Sanación por el Agua. Hidroterapia
Capítulo 1
Hidroterapia
Yogística
Los yoguis hindúes practican y enseñan
diversas técnicas y aspectos del sistema de bienestar físico conocido como Hatha
Yoga.
Miles de personas en la India solo conocen
este sistema de educación física e higiene como un medio para conservar la
salud y fortalecer el cuerpo. El Hatha Yoga representa una forma de
Medicina Natural para los habitantes de esta región. Sin embargo, existe una
modalidad dentro del Hatha Yoga que merece ser conocida y practicada por
quienes desean mantener la salud corporal: la hidroterapia yogística.
Este aspecto específico del Hatha Yoga
tiene un lugar especial en la Medicina Natural, lo que justifica tratarlo de
manera independiente debido a su relevancia.
Cabe señalar que la hidroterapia no es un
concepto nuevo en el mundo occidental. Muchos médicos han elogiado sus
beneficios con entusiasmo, y miles de personas han obtenido resultados
positivos al utilizarla. Sin embargo, aunque la hidroterapia occidental tiene
ciertas similitudes con la oriental, los yoguis de la India explican sus
efectos terapéuticos a través de la teoría del prana, una perspectiva
desconocida para la mayoría de los profesionales de la salud occidentales,
incluso entre los más académicos.
Para comprender plenamente el tratamiento hidroterápico, es decir, el uso del agua para sanar los trastornos fisiológicos, es imprescindible tener una idea clara del prana, ya que este desempeña un papel fundamental como agente terapéutico en la hidroterapia. Fue tratado el tema en la comunicación de este mismo blog:
https://biomagnetismoouteiral.blogspot.com/2025/02/guia-completa-de-pranayama-y.html
Pero es bueno recordarlo. El término prana
se refiere a la energía universal que impregna todo lo existente. Según los
filósofos de la India, una de las manifestaciones del prana es la energía
vital que da vida a los organismos. Esta energía universal está presente en
todas las cosas: en los alimentos, en el agua y en el aire, y puede ser
absorbida y transformada en energía vital.
En esta comunicación trataremos de demostrar
cómo es posible asimilar el prana del agua y transformarlo en energía vital
para aliviar trastornos fisiológicos y mejorar la salud, la fuerza y el vigor
corporal.
Cabe destacar que no es necesario creer en la
existencia del prana para beneficiarse de sus efectos, ya que las
virtudes del agua están disponibles para todos, tanto para quienes aceptan esta
energía universal como para quienes la cuestionan.
Sin embargo, la experiencia demuestra que
cuando la mente acepta que el prana está presente en los alimentos, el
agua y el aire, su influencia se percibe con mayor claridad. Dicho de otro
modo, la capacidad de asimilar prana se potencia si reconocemos o
aceptamos su existencia en todo lo que nos rodea.
No entraremos aquí a profundizar en las
razones de esta diferencia, pues ello nos llevaría al mundo de las causas, un
ámbito que excede el propósito de estas líneas. Nos limitaremos, entonces, a
afirmar la existencia del prana y a detallar sus efectos cuando se
aplica correctamente, invitando a cada lector a verificarlo por sí mismo
mediante la experiencia repetida.
El prana está presente en el agua,
aunque en grados diferentes según las condiciones físicas del líquido. Por
ejemplo:
- El agua
corriente y viva contiene mucha más cantidad de prana que el agua
estancada o "muerta".
- El agua de
pozos, depósitos, aljibes y balsas pierde gran parte de su prana al
permanecer quieta, y aún más si es hervida.
No obstante, es posible recuperar el prana
perdido al airear el agua mediante trasvases, un procedimiento que también se
puede utilizar para revitalizar el agua destilada.
Esto explica por qué, al beber agua destilada
o hervida, algunas personas perciben un sabor áspero, cierto toque astringente
y una sensación de que al agua "le falta vida". Este fenómeno, que la
ciencia occidental suele atribuir únicamente a la ausencia de aire en el agua,
es bien conocido por los yoguis de la India, quienes lo interpretan como una
carencia de prana.
Antes de beber agua que ha estado en reposo en
una jarra u otro recipiente, se recomienda pasarla repetidas veces de un vaso a
otro para airearla y devolverle parte del prana perdido. Aquellos que lo
hagan notarán una diferencia significativa: el agua trasvasada resulta más
vigorizante y estimulante para el organismo en comparación con el agua que no
ha sido aireada.
Para quienes deseen abandonar el consumo de
bebidas alcohólicas, este sencillo hábito de beber agua "pranizada",
junto con un esfuerzo consciente de voluntad, puede ser de gran ayuda.
Dado que el agua que abastece a las ciudades
suele tener niveles muy bajos de prana, es aconsejable airearla antes de
su consumo. Incluso los más escépticos podrán comprobar la eficacia de este
procedimiento con solo probarlo.
Además, es recomendable pranizar el
agua no solo para beber, sino también antes de tomar un baño caliente, preparar
té o aplicar fomentos. Para ello, basta con remover el agua con una bandeja u
otro utensilio, evitando trasiegos o enfriamiento.
En esta comunicación utilizaremos una
terminología adaptada al lector occidental, manteniendo los principios
esenciales de la hidroterapia oriental. Nuestro objetivo es presentar este
sistema práctico, valioso y sencillo de manera clara, sin términos confusos que
puedan dificultar la comprensión para quienes no están familiarizados con las
lenguas y conceptos orientales.
Los hindúes sostienen ideas y teorías que,
para los occidentales, pueden parecer extrañas, raras o incluso fantásticas.
Por esta razón, aquí omitiremos deliberadamente cualquier referencia a ellas.
Nuestro objetivo es captar la atención del
lector hacia la práctica del sistema hidroterápico de los yoguis de la India,
centrándonos en su concepto fundamental y evitando desviar el enfoque hacia
teorías o especulaciones innecesarias. Este enfoque resulta adecuado en una
obra destinada a un público que, en su mayoría, no está familiarizado con la
filosofía oriental y, además, prefiere información práctica y concreta en lugar
de teorías que podrían parecerles exóticas o poco aplicables.
Aquellos interesados en profundizar en el
trasfondo de las enseñanzas de los yoguis pueden encontrar información más
detallada en el Yoga Hatha.
Para el yogui hindú, el agua es considerada el
gran remedio de la Naturaleza, portadora de su energía esencial. Ellos creen
firmemente en el uso eficaz del agua, tanto en tratamientos internos como
externos, considerándola como una "leche" que la Madre Naturaleza
ofrece generosamente.
Esta visión encuentra respaldo en el
comportamiento instintivo de los animales, quienes recurren al agua como fuente
de vida y salud. Sin embargo, el hombre, en su afán de mostrarse
"civilizado", ha tendido a desdeñar estos simples principios de la
Naturaleza, buscando soluciones más complejas y, a menudo, alejadas de la
esencia natural, en su intento de encontrar virtudes que son, en realidad,
inherentes a lo natural.
La sencillez es la característica de la verdad
y la virtud. Las mejores cosas que nos ofrece la Naturaleza son simples,
comunes y accesibles. Por ello, animamos a abrazar esta simplicidad y descubrir
el valor de lo esencial.
Así como la Providencia provee alimento a las
aves del campo, pero no se lo coloca directamente en el pico, de igual manera,
la Naturaleza ofrece al ser humano los remedios más eficaces para sus dolencias
en las plantas, las hierbas y las aguas. Sin embargo, es tarea nuestra
descubrirlos y aprovecharlos sabiamente.
La humanidad ha recorrido un largo y arduo
camino de experimentación para llegar a estas conclusiones, enfrentando
innumerables desafíos a lo largo de su historia.
Sin embargo, la persona reflexiva siempre
encuentra el camino más prometedor cuando regresa a la Madre Naturaleza,
reconociendo en ella la fuente de soluciones sencillas, pero profundamente
efectivas, para sus necesidades y su bienestar.
Capítulo 2
El Eficaz
Remedio Natural
No resulta sorprendente que el hombre
primitivo encontrara en el agua a un amigo natural y un poderoso aliado.
El instinto que relaciona al agua con la vida
y la salud es anterior al propio hombre primitivo. Se remonta a los animales, y
antes de ellos, a las plantas, e incluso más allá, a las formas de vida
orgánica más simples que surgieron en el fondo del océano.
La ciencia nos enseña que la vida comenzó en
el seno de las aguas, y siempre hemos encontrado rastros de este origen en
nuestras investigaciones. Prueba de ello es que casi el 80% del peso del cuerpo
humano está compuesto por agua. Además, las células que conforman los tejidos
son, en esencia, organismos marinos que solo pueden sobrevivir rodeados por una
solución salina acuosa.
Es por ello que el instinto por el agua está
profundamente arraigado en nuestro subconsciente y se manifiesta claramente en
nuestra vida consciente.
La función del agua en el cuerpo humano es
fundamental. La fisiología nos revela que cada día se expele entre medio litro
y tres cuartos de litro de agua a través de la piel en forma de transpiración,
cantidad que aumenta durante el verano. Asimismo, el organismo elimina cerca de
litro y medio de agua en forma de orina.
Todos los fluidos corporales tienen como base
el agua: la sangre, que es la esencia de la vida física; la bilis; los jugos
gástricos, pancreáticos e intestinales; e incluso la saliva. Mientras que una
persona puede sobrevivir muchos días sin alimentos, moriría rápidamente si se
le priva del agua.
El agua es uno de los agentes naturales
esenciales para el cuerpo humano y, después del aire, el principal sustento de
la vida. Sin embargo, pocas personas le otorgan al agua la importancia que
realmente merece, y menos aún la utilizan de manera consciente e inteligente en
su día a día.
Prestamos gran atención al riego del suelo,
porque sabemos que de él depende el éxito de las cosechas y, con ello, el
bienestar económico que nos brinda la Naturaleza. Sin embargo, descuidamos el
"riego" de nuestro propio cuerpo, considerando a menudo, de forma
errónea, que no es algo relevante.
Al actuar así, no solo infringimos las leyes
de la higiene, sino que demostramos una gran falta de sensatez. Nos preocupamos
de que nuestros animales domésticos no carezcan de agua para beber y bañarse,
reconociendo sus necesidades naturales. Sin embargo, olvidamos que nuestro
cuerpo físico, por su similitud con el de los animales, requiere las mismas
atenciones.
En este sentido, el hombre primitivo era mucho
más sabio que el civilizado. Siguiendo su instinto natural, desconocía el vino,
la cerveza, el ajenjo, el café, el alcohol y los estupefacientes. Bebía agua de
los manantiales y se bañaba en ríos y lagos, nadando con agilidad desde su
infancia, no por haber razonado las ventajas de hacerlo, sino por el simple
impulso de su instinto natural.
Con la civilización, el hombre se apartó de la
Naturaleza y sofocó estos instintos bajo el peso de los hábitos urbanos,
considerándolos poco refinados o innecesarios. En el campo, donde los
manantiales ofrecían generosamente agua fresca y limpia, estas prácticas eran
sencillas de mantener. Pero en las ciudades, donde el suministro de agua es
limitado y su calidad disminuye al ser conducida por tuberías o almacenada en
depósitos, el hombre fue perdiendo su afinidad con este recurso natural.
El hábito de consumir bebidas alcohólicas y
otras alternativas menos naturales se consolidó, mientras el agua, el recurso
más esencial, quedó relegada. La Naturaleza, sin embargo, advierte cuando el
organismo no recibe suficiente agua. En esos casos, el cuerpo extrae agua de
los tejidos, provocando su encogimiento y deterioro, lo que contribuye a la
aparición de numerosas enfermedades que, a menudo, se atribuyen a causas
equivocadas.
Muchas personas experimentan malestar,
tristeza, melancolía e inquietud sin entender la causa de su condición. En la
mayoría de los casos, el problema radica simplemente en la insuficiencia de
agua en los fluidos corporales. Estas personas apenas beben un par de sorbos de
agua al día, mientras consumen en exceso vino, café, té y licores, que no
proporcionan al organismo la cantidad necesaria de agua para su funcionamiento
óptimo.
Este descuido hacia la hidratación adecuada
lleva a problemas como el estreñimiento, la constipación y otros trastornos
intestinales. Sin agua suficiente, el intestino grueso no puede expulsar los
residuos alimenticios, transformándose en una cloaca obstruida por falta del
agua necesaria para su limpieza.
Las mujeres suelen verse más afectadas por
esta carencia, aunque las causas específicas no siempre sean evidentes. La
falta de hidratación también puede provocar trastornos hepáticos y renales, ya
que ni el hígado ni los riñones pueden desempeñar sus funciones sin suficiente
agua.
La escasez de agua en el organismo reduce la
cantidad y calidad de la sangre, lo que afecta el riego sanguíneo y puede
causar anemia incluso en edades tempranas. Además, las personas deshidratadas
suelen tener un cuerpo seco, apenas transpiran, presentan un rostro cetrino y,
a menudo, sufren de mal aliento.
En algunos casos, la deshidratación llega a
tal punto que la piel parece tan reseca que dan ganas de "ponerlos en
remojo" para que recuperen su aspecto saludable.
El agua, como parte esencial de la vida, no
debe ser ignorada ni subestimada. Su correcta utilización, tanto interna como
externamente, es clave para mantener la salud y prevenir enfermedades. Al
reconectar con la sabiduría de la Naturaleza y recuperar hábitos más sencillos,
podemos mejorar significativamente nuestra calidad de vida.
Es evidente que todos los órganos del cuerpo,
especialmente los nervios, se ven afectados por las condiciones anormales que
surgen de la falta de agua, mostrando signos de debilitamiento.
Si analizamos los trastornos ocasionados por
esta carencia, concluiremos que la falta de agua está detrás de muchas
enfermedades. Un gran número de ellas deriva del estreñimiento, el cual, en la
mayoría de los casos, se debe a la escasez de agua en los jugos digestivos.
El cuerpo humano puede compararse a un sistema
de tubos de diferentes diámetros que se extienden en todas direcciones para
transportar fluidos esenciales. Estos fluidos, cuyo componente principal es el
agua, cumplen funciones vitales en el organismo. El tubo digestivo, por su
parte, es el único conducto a través del cual se puede introducir agua desde el
exterior para satisfacer las necesidades del cuerpo.
Cada órgano está rodeado y regado por fluidos
que permiten su correcto funcionamiento. Cuando estos líquidos escasean, el
desempeño de los órganos se ve afectado. Los jugos digestivos, por ejemplo,
tienen la función de disolver y macerar los alimentos, alterándolos
químicamente hasta convertirlos en sustancias asimilables. Estos nutrientes son
transportados por la sangre, que los distribuye por todo el cuerpo.
Por otro lado, existen fluidos que expulsan
residuos del organismo, como células muertas y sustancias nocivas o
innecesarias. El cuerpo lleva a cabo un constante proceso de asimilación y
eliminación en su complejo laboratorio interno.
Independientemente de la composición química
de estos fluidos, el agua siempre es un elemento fundamental para que puedan
cumplir sus funciones y sostener la vida corporal.
Efectos
terapéuticos del agua
Los beneficios del agua, tanto en el uso
interno como externo, son ampliamente conocidos. Por ejemplo, en casos de
fiebre, el agua ha demostrado ser altamente eficaz y forma parte de las
terapias médicas modernas, aunque en el pasado se haya hecho un uso inadecuado
de ella.
- Agua fría: Administrada correctamente por vía
bucal, ayuda a calmar el ritmo cardíaco acelerado.
- Agua tibia: Es un potente estimulante para un
corazón que trabaja con lentitud.
- Agua
caliente: Según las
circunstancias, puede actuar como estimulante, antiséptico o sedante.
El agua también favorece el funcionamiento de
los riñones y las glándulas de secreción externa, contribuyendo a la regulación
de las glándulas de secreción interna, responsables de la producción de
hormonas. Administrada a la temperatura adecuada, incluso puede funcionar como
un excelente aperitivo.
Cuando una persona ha perdido mucha sangre por
una hemorragia, los médicos suelen inyectar en su torrente sanguíneo una
solución de agua esterilizada con una pequeña cantidad de sal. Esta solución
actúa como sustituto temporal de la sangre, facilitando el movimiento de los
glóbulos sanguíneos y reactivando el funcionamiento del corazón, hasta que el
organismo pueda regenerar la sangre perdida.
Uso
externo del agua
El agua también desempeña un papel fundamental
como agente curativo en tratamientos externos. Más adelante, explicaremos los
fundamentos científicos de estos tratamientos, los procedimientos más efectivos
para su aplicación, y cómo utilizar el agua de manera óptima en el cuidado
diario, ya sea en forma de bebida o baño.
Asimismo, abordaremos métodos para higienizar
los conductos excretores del cuerpo, los cuales merecen especial atención, ya
que un correcto funcionamiento de estos sistemas es clave para mantener la
salud general del organismo.
Conocer y aplicar estos usos del agua, tanto
internos como externos, no solo ayuda a prevenir enfermedades, sino que también
fortalece y revitaliza el cuerpo, devolviéndole su equilibrio natural.
Todos estos aspectos del tema son de gran
interés y relevancia, y confiamos en que nuestros lectores les dedicarán la
atención que merecen.
No debemos subestimar el tratamiento
hidroterápico por su aparente sencillez, ni preferir alternativas más costosas,
complejas y difíciles de aplicar. La simplicidad no resta eficacia, sino que,
en muchos casos, la potencia.
Recordemos que quien viva en armonía con la
Naturaleza se beneficiará de las leyes fundamentales que gobiernan los
fenómenos del universo, tanto en el ámbito orgánico como inorgánico.
La Naturaleza es la madre universal, el médico
universal y la nodriza universal. Por ello, es esencial conocer y comprender
sus métodos, para aprender a utilizarlos sabiamente en beneficio de nuestra
salud y bienestar.
Capítulo 3
El Agua
como Bebida
En el capítulo anterior señalamos la
importancia del agua en el proceso fisiológico del organismo humano.
Mencionamos que el 80% del cuerpo físico está compuesto por agua y que su buen
funcionamiento depende en gran medida de este líquido vital.
Es relevante agregar que una persona sana
elimina cerca de dos litros de agua cada día a través de la orina y la
transpiración. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿de dónde provienen esos dos
litros de agua que el cuerpo pierde en 24 horas?
Una parte proviene del agua contenida en los
alimentos, especialmente en frutas y verduras. Sin embargo, la mayor parte debe
ser aportada directamente al organismo mediante la bebida. De lo contrario, la
Naturaleza se verá obligada a extraer el agua de los fluidos del cuerpo o
enfrentarse a las consecuencias de su escasez.
Si el cuerpo extrae agua de sus reservas
internas, los fluidos corporales se ven comprometidos, lo que provoca que la
sangre se empobrezca y aumente el riesgo de padecer anemia u otras enfermedades
relacionadas con esta deficiencia.
En otros casos, el organismo opta por reducir
su actividad, lo que genera un funcionamiento más lento y lánguido, dejando al
individuo vulnerable a diversas afecciones como estreñimiento, anemia y
dispepsia.
Cada día vemos personas que padecen estos
problemas. Al observar sus hábitos, es común notar que apenas beben agua. Por
el contrario, aquellos con buena salud suelen ser consumidores habituales de
este líquido esencial.
La
cantidad adecuada de agua
Expertos en higiene y fisiología coinciden en
que una persona sana debe beber al menos dos litros de agua al día. Por
lo tanto, quienes consumen medio litro o incluso menos cada 24 horas están
violando las leyes de la Naturaleza y no pueden esperar gozar de buena salud.
Para recuperar el bienestar, es necesario
restablecerse a las condiciones normales de la Naturaleza, comenzando por
aumentar progresivamente el consumo de agua hasta alcanzar la cantidad
recomendada de dos litros diarios, repartidos en pequeñas dosis a lo largo del
día.
No se debe beber toda esta cantidad de una
sola vez, sino de manera pausada. Un hábito muy saludable es tomar un vaso de
agua fresca al levantarse por la mañana y otro antes de acostarse por la noche.
El resto se distribuye durante el día.
Agua y
comidas
No es necesario evitar el agua durante las
comidas, aunque tampoco es conveniente beber en exceso, ya que podría diluir
los jugos gástricos y debilitar su capacidad para digerir los alimentos. Es
preferible beber a sorbos pequeños, lo justo para calmar la sed y evitar el
ardor en la boca, sin interferir con la digestión.
Es importante no "aguar los
manjares", es decir, evitar beber y masticar al mismo tiempo. Este hábito,
además de estar en contra de las normas de buena educación, afecta
negativamente la completa masticación de los alimentos, fundamental para que el
estómago pueda digerirlos correctamente.
El agua consumida durante las comidas se
absorbe rápidamente y entra en el torrente sanguíneo sin afectar el proceso
digestivo, a menos que esté muy fría, lo cual podría "pasmar" el
estómago.
Beneficios
del consumo regular de agua
Quienes adquieren el hábito de beber agua a
horas regulares, incluso si no sienten sed, alcanzando la dosis diaria
recomendada de dos litros, disfrutan de un semblante saludable y un estado
general de bienestar. Esto se debe a la fluidez de la sangre y a la hidratación
adecuada de los tejidos.
El organismo aprovecha el agua de muchas
maneras, siendo una de las más importantes la limpieza de la sangre. El agua
ayuda a eliminar, a través de los órganos excretores, las toxinas y desechos
acumulados. Cuando este proceso se ve obstaculizado por la falta de agua,
aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades que afectan a gran parte de la
humanidad.
Agua
caliente: un remedio eficaz
El agua caliente, administrada adecuadamente,
es un poderoso agente de salud. Los hidroterapeutas saben por experiencia que
el agua caliente limpia el estómago y los intestinos con mayor eficacia que los
purgantes alopáticos y sin los riesgos asociados a estos tratamientos
drásticos.
El agua caliente, cuando se utiliza como
medicina sin haber alcanzado el punto de ebullición, tiene efectos notables
sobre el estómago. No solo limpia este órgano, sino que lo descongestiona,
ayudando a disolver y expulsar las mucosidades adheridas a sus paredes. Además,
fortalece y estimula su funcionamiento, reduciendo el riesgo de dilatación y
dispepsia.
Se recomienda beber agua caliente por la
mañana, al levantarse, o una hora después de comer, en una cantidad de medio
litro, tan caliente como sea tolerable. A diferencia del agua tibia, el agua
caliente no genera náuseas. Aunque al principio el paladar puede rechazar su
insípido sabor, con el tiempo, quien valore su salud, se acostumbrará a este
hábito.
El agua caliente debe beberse lentamente, a
pequeños sorbos, como si se saboreara una exquisita infusión. Sin embargo, para
quienes gozan de buena salud, es preferible el agua fresca en condiciones
normales. El agua caliente debe reservarse para casos específicos como pesadez
de estómago, dispepsia, indigestión, estreñimiento o náuseas.
El agua
pranizada: una fuente de vitalidad
Además de los beneficios que la hidroterapia
occidental reconoce al agua, los yoguis hindúes sostienen que el agua cargada
de prana es aún más saludable. Pranizar el agua implica volcarla repetidamente
de una vasija a otra, un proceso que, según los yoguis, infunde al agua una
nueva vitalidad al absorber la energía pránica presente en el ambiente, similar
a la manera en que la electricidad se difunde.
Quienes deseen comprobar esta afirmación no
tienen más que realizar la prueba. El agua completamente pranizada actúa en el
organismo como un poderoso reconstituyente, estimulando, fortaleciendo y
aumentando la vitalidad si se consume en cantidades moderadas.
El agua pura de los manantiales de las
montañas ya está naturalmente pranizada, lo que explica la diferencia notable
entre el agua del campo y la de las ciudades. Sin embargo, el agua urbana puede
pranizarse con un poco de paciencia mediante el trasvase repetido, como ya
hemos explicado.
Una vez que se comprenda la importancia del
agua pranizada y sus efectos beneficiosos, será difícil conformarse con el agua
carente de esta esencia vital, que es la que habitualmente consumen los
habitantes de las ciudades.
Precauciones
al beber agua caliente
Si se bebe agua caliente, es importante
airearla adecuadamente, especialmente si ha sido hervida, ya que el agua
hervida pierde el aire disuelto, un elemento fundamental para su potabilidad.
Además, al beberla, se recomienda retener cada sorbo en la boca durante medio
minuto antes de tragarlo.
Esto se debe a que los nervios de la boca y la
lengua son especialmente adecuados para absorber el prana del agua. Por esta
razón, muchas personas en Oriente, al sentirse cansadas después de trabajar,
llenan su boca de agua sin tragarla, simplemente para asimilar la energía
pránica antes de escupirla.
La dosis
adecuada de agua
Es fundamental no excederse ni quedarse corto
en el consumo de agua. La cantidad óptima es de dos litros por día, repartidos
en dosis pequeñas. Mientras que muchos occidentales tienden a consumir
demasiado o muy poca agua, los orientales han adquirido desde la infancia el
hábito de beber la cantidad correcta.
Capítulo 4
El
Estómago y los Intestinos
Para comprender mejor las explicaciones que
aquí se imparten, resulta fundamental observar cuidadosamente un diagrama del
estómago y los intestinos, ya que, excepto quienes estudian fisiología o
ejercen la medicina, pocos tienen una noción clara de la ubicación y forma de
estos órganos vitales del aparato digestivo.
Es importante destacar que gran parte de las
enfermedades tienen su origen en trastornos gástricos o intestinales. Quien
desee adquirir conocimientos básicos sobre el tratamiento de las enfermedades
debe enfocar su atención en estos órganos antes de ocuparse de otras partes del
cuerpo.
Se ha estimado que el 90% de las enfermedades
y trastornos fisiológicos que afectan a la humanidad derivan de algún tipo de
anomalía en el estómago o los intestinos. Por lo tanto, comprender las
funciones normales de estos órganos es esencial para desarrollar un enfoque
terapéutico racional y eficaz frente a sus posibles disfunciones.
El
estómago
El estómago es un órgano muscular con forma de
saco, similar a una gaita. Su capacidad promedio es de un litro, aunque sus
paredes pueden distenderse para acomodar mayores cantidades de alimento.
Los alimentos llegan al estómago después de
ser masticados e insalivados en la boca. La saliva tiene la capacidad de
transformar los almidones en dextrina, que posteriormente se convierte en
glucosa. El bolo alimenticio, que es como se denomina técnicamente a esta masa
de alimentos mezclada con saliva, pasa al estómago a través del esófago, un
conducto que conecta la garganta con la abertura superior del estómago,
conocida como cardias.
En el estómago, comienza la fase de la
digestión llamada digestión estomacal. Aquí, el jugo gástrico, secretado
por las paredes del estómago, actúa químicamente sobre el bolo alimenticio,
mientras los movimientos del estómago contribuyen mecánicamente al proceso. El
jugo gástrico transforma las proteínas de la carne, las legumbres, los cereales
y los huevos en peptonas, dejando las grasas libres.
El estómago, con sus movimientos semejantes a
los de una batidora, convierte el bolo alimenticio en una masa semifluida de
color grisáceo llamada quimo, compuesta por sales, azúcares, peptonas y
grasas libres. Este proceso corresponde al funcionamiento saludable del
estómago. Cuando hay indigestión o dispepsia, el contenido estomacal se convierte
en una masa fermentada, causando molestias y problemas digestivos.
El
intestino delgado
Después de la digestión estomacal, el quimo
pasa al intestino delgado a través del píloro, una abertura en la parte
inferior del estómago. Este intestino, de aproximadamente 8 o 9 metros de
largo, está plegado en múltiples asas para ocupar menos espacio en el abdomen.
El intestino delgado tiene una superficie
interna aterciopelada con folículos que absorben y secretan sustancias según
sea necesario. Aquí, el quimo se somete a la acción del jugo intestinal, el
jugo pancreático y la bilis, segregados por el intestino, el páncreas y el
hígado, respectivamente.
Estos jugos completan la digestión,
transformando el quimo en quilo, una mezcla de nutrientes esenciales
como peptonas, grasas emulsionadas y glucosa. Las paredes del intestino delgado
absorben el quilo, que se transporta a través de los vasos linfáticos hacia el
torrente sanguíneo, donde la sangre lo distribuye a los órganos del cuerpo.
El
intestino grueso
Cuando el quilo ha sido absorbido, los
residuos pasan al intestino grueso a través de la válvula ileocecal, que
conecta el intestino delgado con el ciego. Esta válvula permite el paso de las
materias fecales hacia el intestino grueso, impidiendo su retorno.
El ciego tiene un apéndice vermiforme que,
aunque parece no tener una función específica, algunos fisiólogos creen que
pudo ser útil en etapas tempranas de la evolución. Cuando este apéndice se
inflama, se produce la conocida y peligrosa enfermedad llamada apendicitis.
El intestino grueso se divide en tres partes
principales:
Colon ascendente: situado en el lado derecho del abdomen.
Colon transverso: que pasa por encima del intestino delgado.
Colon descendente: ubicado en el lado izquierdo del abdomen, terminando en la flexura sigmoidea antes de convertirse en el recto.
El recto, última porción del intestino grueso,
concluye en el ano, por donde se eliminan los excrementos durante la
defecación.
El intestino grueso actúa como una cloaca que
recoge los desechos de la digestión. Cuando se obstruye o pierde su capacidad
de movimiento peristáltico, pueden surgir problemas como estreñimiento,
enterocolitis o diarreas, dependiendo de las condiciones de las heces.
Riesgos
del estreñimiento
Cuando el colon no elimina adecuadamente los
residuos, sus paredes internas, que son absorbentes, reabsorben sustancias
tóxicas de las heces retenidas, lo que puede provocar diversas enfermedades.
Este fenómeno es similar al de una cloaca obstruida que devuelve los desechos
al sistema.
La mayoría de las personas no son conscientes
de los riesgos asociados con el estreñimiento y la importancia de mantener una
regularidad en la evacuación. El colon es, literalmente, un semillero de
enfermedades si no se mantiene saludable.
Capítulo 5
Obstrucción
Intestinal
Este capítulo requiere una lectura cuidadosa
debido a la gran importancia que tiene para el bienestar físico lo que vamos a
exponer, aunque pueda no ser un tema agradable. Por esta razón, aconsejamos
estudiarlo detenidamente, con el objetivo de superar cualquier rechazo inicial
y comprender su relevancia.
Hablaremos de la cloaca colectora que todos
llevamos en nuestro organismo y que, por ignorancia de las leyes naturales,
muchas personas convierten en una letrina tóxica.
Cuando la cloaca intestinal no funciona
adecuadamente, ya sea por incomprensión o descuido, puede causar numerosos
trastornos y enfermedades que afectan gravemente la salud.
Dolencias como cefaleas, acidez de estómago,
dispepsia, indigestión, aliento fétido, erupciones cutáneas, lengua saburral,
sudor maloliente, nerviosismo y estados febriles, entre otros, son consecuencia
de una cloaca intestinal que acumula desechos tóxicos.
Si alguien duda de esta afirmación, le
sugerimos estudiar este capítulo hasta el final. Con ello, seguramente disipará
cualquier escepticismo.
El intestino grueso, especialmente el colon y
sus tres sectores (ascendente, transverso y descendente), suele estar limpio y
funcionando correctamente en los animales y en personas con hábitos saludables.
Sin embargo, en la mayoría de las personas que se consideran civilizadas, el
colon raras veces opera de forma normal.
Se calcula que alrededor del 70% de estas
personas padecen, en mayor o menor medida, estreñimiento o constipación.
Estudios hospitalarios muestran que, de 500
autopsias realizadas, solo 50 colon estaban en condiciones normales. En
los demás, se encontraron obstrucciones de materias fecales endurecidas.
Los yoguis de la India han conocido este
problema durante siglos, y la patología moderna también lo reconoce hoy en día.
Observaciones
médicas sobre el colon
Estudios clínicos han demostrado que el colon
tiene una sorprendente capacidad para retener desechos. Las acumulaciones
pueden alcanzar volúmenes enormes, distendiendo las paredes intestinales y
comprimiendo órganos cercanos, lo que genera síntomas que pueden confundirse
con problemas hepáticos o renales.
En algunos casos, el peso del colon lleno
puede hacer que el colon transverso descienda hacia la pelvis, complicando aún
más el cuadro clínico.
Las heces acumuladas durante semanas, meses o
incluso años pueden endurecerse al punto de ser confundidas con cálculos
biliares. Estas acumulaciones no solo provocan estreñimiento, sino que también
pueden causar infecciones graves y otros trastornos intestinales.
Riesgos
del estreñimiento crónico
El colon no solo actúa como un sistema de
eliminación de desechos, sino que también puede reabsorber toxinas de las heces
retenidas, introduciéndolas nuevamente en el organismo. Esto puede compararse
al efecto de una cloaca obstruida que devuelve los desechos al sistema.
Cuando las heces son de color oscuro o
negruzco, indican que han estado retenidas durante mucho tiempo, lo que puede
ser un signo de obstrucción intestinal crónica.
La absorción de las heces a través de la
mucosa del intestino grueso puede generar diversas enfermedades, entre las que
se encuentran la anemia, el mal aliento, erupciones en la piel, trastornos
cardíacos, fiebre, vértigos, jaquecas, entre otras.
La excesiva distensión del intestino ciego y
del asa sigmoidea del colon puede provocar hidropesía, entumecimiento de las
piernas y calambres.
Todo lo expuesto demuestra que la necesidad
del baño interno surge como consecuencia del incumplimiento de las leyes
fundamentales de la Naturaleza en relación con las evacuaciones intestinales.
Los hábitos erróneos de la vida moderna son los principales responsables de
este problema, pues el hombre primitivo, al vivir en contacto directo con la
Naturaleza, al igual que los animales salvajes, no sufría los trastornos
derivados de la acumulación de heces en el intestino grueso.
Sin embargo, dado que vivimos bajo las
condiciones impuestas por una civilización que ha ignorado estas leyes
naturales, es indispensable que la ciencia ofrezca una terapéutica capaz de
tratar la obstrucción intestinal y prevenir su recurrencia.
Las acumulaciones más peligrosas en el
intestino suelen ser las de menor tamaño, ya que inicialmente no producen
molestias y pasan desapercibidas. Muchas personas las tienen sin sospecharlo,
hasta que un incidente repentino acelera sus efectos nocivos.
Estas personas suelen sentirse satisfechas con
evacuar diariamente, pero su piel de tono cetrino, su lengua cubierta de
saburra y, sobre todo, el aspecto anómalo de sus deposiciones, son signos
claros de que padecen estreñimiento.
La evacuación diaria no garantiza que el
intestino grueso esté libre de acumulaciones fecales, pues, paradójicamente,
algunos de los casos más graves de estreñimiento se han presentado en personas
que evacuaban diariamente.
El color de las deposiciones es un indicador
clave para diagnosticar la acumulación intestinal.
La peor consecuencia de un intestino grueso
obstruido es que se convierte en un semillero de innumerables gérmenes
patógenos que, al ser absorbidos por la sangre a través de la mucosa del colon,
contaminan todos los órganos del cuerpo.
Investigadores destacados, dedicados al
estudio de esta crucial cuestión, han descubierto que la mayoría de las
condiciones patológicas del organismo humano, que desembocan en diversas
enfermedades, son en realidad síntomas de una única causa básica: los gérmenes
patógenos que se desarrollan en las acumulaciones fecales putrefactas del
intestino grueso.
Estos gérmenes, generados en las acumulaciones
intestinales, son absorbidos por la mucosa del colon y transportados por la
sangre, que los dispersa por todo el cuerpo, sembrando enfermedades, dolor y
destrucción en los órganos.
Por ello, es mucho más sensato combatir
directamente la causa raíz de estos trastornos, en lugar de enfocarse
únicamente en los síntomas, eliminando las condiciones que los originaron.
Es imposible disfrutar de una salud plena
mientras se lleve en el organismo una cloaca interna oculta, repleta de
emanaciones tóxicas que afectan todo el cuerpo.
¿Qué pensaríamos de una ciudad cuya red de
alcantarillado esparciera gases pútridos y pusiera en peligro la salud de sus
habitantes? ¿Por qué no aplicar la misma lógica a nuestra higiene personal y
desinfectar la cloaca intestinal que la mayoría de las personas lleva consigo?
La razón principal de este descuido suele ser
la falta de conocimiento sobre la verdadera condición del cuerpo, lo que hace
indispensable arrojar luz sobre este tema para que quienes lo necesiten puedan
corregir sus problemas y recuperar un estado de salud normal.
No basta con combatir los síntomas comunes del
estreñimiento. Debemos evitar la contaminación de la sangre y la acumulación de
toxinas en el sistema, ya que estas afectan la fuente misma de la vida
fisiológica.
La acumulación de desechos en el intestino
grueso repercute negativamente en el estómago y el intestino delgado,
provocando indigestión y dispepsia al bloquear el paso natural de los alimentos
a través del sistema digestivo.
Cuando los alimentos permanecen más tiempo del
necesario en el estómago y en el intestino delgado debido a la obstrucción del
intestino grueso, están expuestos a procesos de fermentación y acidez, lo que
produce flatulencias molestas, hiperclorhidria y otros trastornos digestivos.
Además, el hígado y los riñones, órganos
fundamentales para la eliminación de desechos, se ven afectados, y su
funcionamiento se entorpece. Esto puede desencadenar fiebre y llevar al
organismo a sucumbir ante las condiciones tóxicas.
Aunque la Naturaleza utiliza los riñones y la
piel para eliminar desechos, estos órganos terminan sobrecargados y fatigados,
lo que resulta en erupciones cutáneas como granos, costras, verrugas y lesiones
herpéticas.
Todo esto tiene su origen en la falta de
atención al intestino grueso, que en estas circunstancias actúa como una cloaca
desatendida.
Para que los síntomas desaparezcan, basta con
desinfectar adecuadamente el colon.
En conclusión, un intestino grueso obstruido y
contaminado provoca septicemia, es decir, un envenenamiento general de la
sangre.
Y dado que la sangre es la fuente de nutrición
para todo el organismo, el manantial de la vida fisiológica, resulta evidente
que, si conseguimos eliminar los tóxicos que contaminan ese manantial, el
fluido vital circulará libre y puro, proporcionando fuerza, salud y vigor en
lugar de enfermedad, dolor y muerte.
Este tema es suficientemente importante como
para merecer la atención de todos aquellos que consideran la salud como el
mayor bien de la vida física.
La medicina alopática contemporánea acierta en
parte al recomendar que se mantenga el "vientre libre", pero, a
nuestro parecer, se equivoca en los métodos que propone para garantizar el
correcto funcionamiento del tubo digestivo, y en particular, de los intestinos.
Ahora que hemos explicado las condiciones que
generan este problema, analicemos cuáles pueden ser los remedios adecuados.
Capítulo 6
El Baño
Interno
La mayoría de las personas, tras convencerse
de la verdad de los hechos expuestos en el capítulo anterior, se apresurará a
hacer lo necesario para normalizar el funcionamiento de sus intestinos.
Sin embargo, es posible que, en lugar de
recurrir a métodos saludables, opten por laxantes, purgantes, píldoras,
jarabes, aguas minerales y otros medicamentos de la farmacopea alopática. Esta
inclinación natural se debe a que desde la infancia se nos ha enseñado que
existen medicamentos capaces de "limpiar" los intestinos.
Pero este no es el mejor tratamiento. Existen
alternativas mucho más eficaces, como veremos a continuación.
La verdad
sobre los purgantes
¿Qué es una medicina catártica? Algunos dirán
que es un purgante suave. Pero, ¿qué es un purgante? Es, según el entendimiento
común, un medicamento que "purgará" el organismo. ¿Y qué significa
purgar? Limpiar los intestinos mediante evacuaciones frecuentes.
Esto de "limpiar los intestinos"
puede parecer satisfactorio en teoría, pero la pregunta clave es: ¿realmente
los purgantes limpian los intestinos?
Aunque esta pregunta pueda parecer ridícula
para muchos, quienes hayan investigado este tema en profundidad saben que no lo
es. De hecho, la respuesta sorprenderá a la mayoría.
Existe la creencia generalizada de que un
purgante actúa de forma misteriosa, eliminando por completo las heces
acumuladas en el intestino. Pero esto no es cierto. Un purgante no tiene la
capacidad intrínseca de remover las heces por reacciones químicas o mecánicas.
Lo que realmente sucede es que el purgante
contiene sustancias irritantes para el estómago y los intestinos. Estas
sustancias generan una respuesta del organismo que, al tratar de deshacerse de
lo que percibe como dañino, produce ciertos fluidos que lubrican las mucosas y
provocan contracciones en las paredes del tubo digestivo para expulsarlas.
El efecto del purgante no es más que una
reacción instintiva del organismo para eliminar una sustancia extraña y
perjudicial, del mismo modo que el cuerpo expulsa toxinas a través de los
riñones o la piel.
El individuo siente la acción del purgante
como dolores o retortijones similares a los provocados por un veneno, ya que el
purgante no es otra cosa que un veneno de baja intensidad.
Al expulsar el purgante, el cuerpo también
elimina una cantidad de heces ablandadas por los fluidos segregados. Pero este
procedimiento no limpia completamente un intestino grueso semiobstruido.
Los
peligros del uso de purgantes
El uso frecuente de purgantes es perjudicial
por varias razones. Los purgantes irritan el estómago y los intestinos,
haciendo que estos órganos pierdan la capacidad de realizar sus funciones de
manera espontánea y natural.
Cuando los intestinos se habitúan al uso
constante de purgantes, ya no pueden funcionar sin la estimulación artificial
de píldoras, jarabes o pastillas.
Además, la acción revulsiva de los purgantes
obliga al organismo a segregar humores para combatir las sustancias nocivas, lo
que agota la energía vital del sistema. Esto explica por qué, tras tomar un
purgante, muchas personas experimentan debilidad y letargo.
Esta debilidad no se debe al acto de evacuar,
ya que este suele producir una sensación de alivio. Más bien, se debe al
desgaste energético causado por la lucha del organismo contra el purgante.
La
limpieza incompleta del intestino grueso
Por último, como ya se mencionó en el capítulo
anterior, aunque el intestino grueso parezca estar libre de obstrucciones,
puede contener acumulaciones de heces en sus cavidades. Los purgantes no tienen
la capacidad de eliminar estas acumulaciones por completo.
Una persona puede evacuar diariamente y, aun
así, padecer estreñimiento o constipación.
También es posible que un individuo siga
constipado incluso después de haber superado una enfermedad grave. Esto se debe
a que el estreñimiento implica un retraso y una dificultad en el tránsito de
las heces, pero no necesariamente su imposibilidad para pasar a través de los
tres sectores del intestino grueso.
El organismo, en su esfuerzo por eliminar las
heces, abre un pequeño canal en medio de la masa acumulada, permitiendo así una
evacuación diaria. Cuando se ingiere un purgante, este atraviesa dicho canal,
arrastrando una parte de las heces endurecidas, pero sin limpiar por completo
el intestino.
Por lo tanto, está claro que es necesario
hacer algo más para liberar el intestino grueso de las heces endurecidas que lo
obstruyen.
Para lograrlo, es imprescindible limpiar
completamente la cloaca intestinal.
Si tenemos un caño, tubo o conducto que
presenta incrustaciones dañinas, ¿qué hacemos? La respuesta es sencilla: lo
limpiamos con chorros de agua, alcohol u otro líquido disolvente.
De igual manera, si la cloaca intestinal, que
ocupa casi la mitad de la cavidad abdominal, está llena de heces que aumentan
día a día, cuyas emanaciones infectan el aliento y afectan al organismo entero,
¿qué debería hacerse? La respuesta es evidente: limpiar la cloaca con chorros
de agua.
Esto es precisamente lo que se consigue con el
baño interno, cuyo procedimiento explicaremos a continuación.
En las últimas dos décadas, el principio del
baño interno o irrigación intestinal ha despertado gran interés entre los
higienistas occidentales y el público en general.
Son muchos quienes en los Estados Unidos se
atribuyen la invención del baño interno, aunque es probable que hayan llegado a
esta práctica de forma independiente unos de otros, compartiendo así el mérito.
Sin embargo, esta "invención" o
"descubrimiento" no es más que el redescubrimiento de un principio ya
conocido y practicado desde hace siglos por los indos y otros pueblos
orientales.
Existe una curiosa teoría que sostiene que los
arios primitivos aprendieron el procedimiento del baño interno observando a
ciertas aves de pico largo en los países orientales. Estas aves empleaban esta
técnica para aliviar el estreñimiento causado por el consumo de ciertas bayas
indigestas de algunos arbustos locales.
Un antiguo autor respalda esta idea, afirmando
que los arios aprendieron la práctica del baño interno de un ave que habitaba
las orillas del Ganges. Se observó a esta ave sumergir su pico en el río,
llenarlo de agua y realizarse una lavativa para aliviarse.
Asimismo, se dice que esta costumbre ha sido
observada en varias especies de agachadizas. Plinio, el naturalista, menciona
que esta práctica de las aves inspiró a los médicos egipcios para idear la
lavativa, conocida técnicamente como clister o enema. Algunos historiadores
chinos hacen afirmaciones similares respecto a su propio país.
Parece, entonces, que la práctica del clister
es universal, ya que incluso estas aves la realizaban siglos antes de la
aparición del hombre sobre la tierra.
No obstante, existe una gran diferencia entre
los clisteres occidentales, que inyectan agua en los intestinos mediante una
jeringa o irrigador, y el método peculiar de los yoguis orientales.
El clister occidental habitual consiste en
inyectar una pequeña cantidad de agua fría, tibia o caliente, dependiendo del
caso, en el recto, a menudo mezclada con una sustancia medicamentosa o similar.
Este procedimiento solo limpia la última porción del intestino grueso y una
pequeña parte inferior del colon.
Por ahora podemos afirmar que este método es
más saludable que la administración de purgantes, pero el método indo va mucho
más allá y produce resultados superiores.
El baño interno, también conocido como
irrigación intestinal, consiste en introducir uno o dos litros de agua caliente
en el intestino grueso, permitiendo que el chorro alcance el colon. Esto ayuda
a remover los grumos de materias fecales que envenenan el organismo, mientras
proporciona un suave baño de humedad a los riñones.
El procedimiento puede parecer tan sencillo
que, quien no ha estudiado el problema, podría suponer que los médicos e
higienistas occidentales no habrían ignorado o rechazado un tratamiento tan
simple si no presentara algún inconveniente grave.
Sin embargo, la sencillez es precisamente el
sello de la verdad. Y, aunque por su simplicidad los terapeutas occidentales no
hubieran concebido este procedimiento, hace algunos años comenzaron a
percatarse de los graves peligros para la salud que representaban la
obstrucción intestinal y la acumulación de materias fecales endurecidas en las
cavidades internas del colon.
Los pocos médicos e higienistas que analizaron
profundamente esta cuestión inicialmente fueron objeto de burla y ridículo
debido a las rígidas normas de la práctica convencional. Sin embargo, con el
tiempo, un renovado interés por el tema llevó a los profesionales a
reconsiderarlo, convencidos de la eficacia de este método.
En los Estados Unidos, muchas personas que
siguen la terapéutica de Thompson, basada en provocar sudoración y vómito,
también han adoptado el enema abundante de agua caliente mediante el uso de
jeringas. Algunos incluso emplean modernos aparatos que utilizan la presión del
agua, logrando mayor eficacia y rapidez en el procedimiento.
Mientras que la cantidad usual de agua
utilizada era medio litro, algunos de los más audaces llegaron a emplear hasta
un litro completo, aunque esta dosis era considerada excesiva por los médicos
de la época.
El doctor Joel Shew, hacia 1850, recomendó en
su Manual de Hidroterapia el uso de inyecciones copiosas de agua, de
manera que llenaran buena parte del colon. Según manifestaba:
"La completa irrigación de la parte
inferior del colon estimula los movimientos peristálticos. Además, la absorción
y trasudación del agua reblandecen y diluyen las heces, permitiendo que las
tres porciones del intestino grueso queden libres y se facilite la defecación
sin dificultad."
Sin embargo, antes del doctor Shew, en 1825,
el destacado hidroterapeuta doctor Priessnitz ya había descrito los beneficios
obtenidos con este método.
A pesar de sus aportes, estos precursores de
la moderna hidroterapia no comprendieron plenamente el principio clave de los
higienistas indos: la frecuencia con la que las heces tienden a acumularse
peligrosamente en el intestino grueso.
El enfoque de estos pioneros se limitaba
principalmente a la parte inferior del colon, en particular al asa sigmoidea o
curvatura que conecta el colon con el recto. Por lo tanto, aunque su método
tenía ciertos beneficios, solo incidía de forma parcial y ocasional en el foco
real del problema.
Quizás el primero en comprender en Occidente
la verdadera importancia y eficacia del tratamiento fue el doctor neoyorquino
Wilford Hall, un científico y clérigo autor de numerosas obras científicas,
filosóficas y religiosas.
Al enfrentarse a un deterioro de su salud, el
doctor Hall exploró diversos tratamientos sin éxito hasta que, casi por
casualidad, centró su atención en el estado de sus intestinos. Fue entonces
cuando descubrió el origen de sus dolencias.
Comenzó a tratarse mediante hidroterapia y
obtuvo resultados asombrosos. En muy poco tiempo, recuperó su fuerza y
vitalidad. Posteriormente, aplicó el mismo tratamiento a familiares y amigos,
obteniendo idénticos resultados positivos.
Por último, considerando que su descubrimiento
podría ser de utilidad pública, y con el característico espíritu comercial de
los norteamericanos, el doctor Wilford Hall publicó en 1880 un folleto titulado
Sistema terapéutico del Dr. A. Wilford Hall, del cual vendió miles de
ejemplares.
Gracias a la difusión del doctor Hall, miles
de familias aprendieron el procedimiento de la irrigación intestinal. Sin
embargo, aún quedan millones de personas que lo desconocen y que nunca han oído
hablar de él.
Como suele ocurrir con toda novedad, algunos
de los defensores más fanáticos de la irrigación intestinal llevaron el
procedimiento al extremo, cayendo en el abuso. Estos partidarios afirmaban que
no era necesario preocuparse por el movimiento natural de los intestinos,
confiando completamente en la administración de enemas una o dos veces por
semana para mantener el intestino limpio.
Debemos rechazar enérgicamente este abuso,
considerándolo tan perjudicial como la costumbre de purgarse frecuentemente.
Hacemos un llamamiento a evitar este tipo de fanatismo, ya que mucho se pierde
y nada se gana al apartarse de los métodos y procedimientos naturales.
Si los seres humanos vivieran de acuerdo con
las leyes de la Naturaleza, no necesitarían recurrir a la irrigación
intestinal. Pero, dado que han permitido la conducción antinatural que lleva al
embotamiento del colon, deben emplear el método más eficaz para recuperar la
normalidad en el organismo.
No conocemos ningún procedimiento tan efectivo
como el baño interno o irrigación intestinal, y por ello recomendamos su
uso.
Sin embargo, una vez alcanzada la normalidad
intestinal, debe prescindirse de la irrigación y permitir que el organismo
realice su función de manera natural, ayudado por una adecuada cantidad de
fluidos cuya secreción sea favorecida por el agua consumida a lo largo del día,
como explicamos en un capítulo anterior.
Por lo tanto, no recomendamos el uso constante
del baño interno o irrigación intestinal. Al contrario, solo debe practicarse
cuando existan indicios claros de acumulación de heces en el intestino grueso,
especialmente en el colon.
Antes de que el organismo pueda recuperar su
funcionamiento normal, es necesario realizar una limpieza intestinal adecuada
para que el proceso final de la digestión ocurra de manera correcta.
El procedimiento para administrar el baño
interno o la irrigación intestinal es muy sencillo.
Es importante señalar que quienes ya estén
familiarizados con los enemas tradicionales deben comprender que existe una
diferencia fundamental entre las teorías que sustentan ambos métodos.
En el antiguo método de administrar un enema,
la idea central era que las heces estaban acumuladas en el recto y en el asa
sigmoidea del colon. Por esta razón, los antiguos hidroterapeutas consideraban
suficiente el uso de medio litro de agua para desprender las heces endurecidas
que suponían retenidas en el recto.
El recto y el asa sigmoidea pueden irrigarse
de manera eficaz utilizando de medio litro a un litro de agua caliente,
capacidad que coincide aproximadamente con el espacio que ocupa esa porción del
intestino grueso entre el ano y un poco más allá del asa sigmoidea.
Los primeros hidroterapeutas dudaban de que el
agua pudiera alcanzar esta zona sin aplicar una fuerte presión y, en cualquier
caso, consideraban inconveniente utilizar esa presión, ya que asumían que la
acumulación de heces se limitaba a las porciones del intestino a las que
llegaba el agua inyectada.
El objetivo principal del enema tradicional es
limpiar el recto. En este procedimiento, se inyecta aproximadamente medio litro
de agua, que se evacua poco después arrastrando las materias fecales acumuladas
en el recto.
En contraste, la irrigación intestinal
tiene como propósito introducir gradualmente el agua, permitiendo que esta
alcance todas las porciones del intestino grueso y se mantenga el tiempo
suficiente para ablandar y diluir las heces incrustadas en las paredes del
colon.
Procedimiento
de la irrigación intestinal
La posición del cuerpo durante la irrigación
depende de la preferencia del individuo. Algunos optan por arrodillarse,
mientras que otros prefieren acostarse. En este último caso, se recomienda la
posición de decúbito derecho, ya que facilita el flujo del agua por las tres
partes del colon en la cavidad abdominal.
La punta de la goma o de la jeringa debe
lubricarse con aceite de oliva o vaselina para reducir la fricción al
introducirla en el ano. Una vez colocada, se inyecta lentamente el agua
caliente, tan caliente como el individuo pueda soportar.
Para quienes realizan el procedimiento por
primera vez, puede ser difícil retener el agua debido a la sensación inmediata
de evacuar. Sin embargo, con un poco de voluntad y manteniendo la posición
durante unos minutos después de la inyección, será posible retenerla el tiempo
necesario para que surta efecto.
Si la necesidad de evacuar es irresistible, se
puede liberar el agua inicialmente inyectada, que arrastrará una parte de las
heces acumuladas. Luego, se repite la irrigación para continuar con el proceso.
En la primera inyección, un litro de agua es
suficiente. Durante los tres minutos de espera para la segunda inyección, se
puede realizar un masaje abdominal suave, amasando el abdomen de derecha
a izquierda para despegar las heces adheridas a las paredes del colon.
Horarios
y temperatura del agua
El mejor momento para aplicar la irrigación es
por la noche, antes de acostarse, aunque algunas personas prefieren hacerlo por
la mañana al levantarse.
El agua debe estar tan caliente como la
persona pueda tolerar. No es necesario especificar una temperatura exacta, pero
un método práctico consiste en sumergir el codo desnudo en el agua: si no
quema, es adecuada.
Es importante inyectar el agua lentamente,
dando tiempo a que llene el intestino. Aunque al principio pueda parecer que ya
no cabe más agua después de la primera inyección, tras el masaje abdominal se
podrá añadir más cantidad.
Resultados
del tratamiento
Diez minutos después de completar el
procedimiento, el individuo sentirá la necesidad de evacuar. Durante las
primeras sesiones, puede sorprenderse o incluso disgustarse al observar las
deposiciones. Estas pueden incluir grumos de heces añejas, cubiertas de una
capa verdosa y con un olor desagradable, o masas negras como carbón, lo que
confirma el peligro de las heces retenidas por largos periodos en el intestino
grueso.
Con el tiempo, también se notará un aumento en
la cantidad de orina, ya que las paredes del colon trasudan parte del agua
inyectada, que es absorbida por los riñones.
Algunos hidroterapeutas recomiendan, tras la
evacuación final, inyectar una pequeña cantidad de agua caliente y retenerla
durante el mayor tiempo posible. Esto permite que las paredes del colon, ya
limpias, trasuden el agua con mayor facilidad, maximizando sus beneficios.
En casos de estreñimiento persistente o de un
colon congestionado, se puede añadir al agua caliente una cucharada de
glicerina. Este aditivo ayuda a ablandar las heces endurecidas y a lubricar las
paredes intestinales, facilitando el proceso.
Dudas
comunes
Algunos preguntan si el baño interno podría
debilitar el organismo. La respuesta, basada en la amplia experiencia de
numerosos hidroterapeutas, es que este tratamiento, lejos de debilitar el
organismo, produce efectos muy saludables. Todos aquellos que lo emplean notan
un aumento considerable de vitalidad, mayor tranquilidad de ánimo, entusiasmo
por el trabajo y una renovada alegría de vivir, gracias a que las condiciones
normales del organismo han sido restablecidas.
En lugar de debilitar el intestino grueso, el
tratamiento ayuda a restaurar su función natural, eliminando las acumulaciones
que lo obstruían.
Frecuencia
recomendada
Una pregunta común es con qué frecuencia debe
aplicarse este tratamiento. El método yogui es el siguiente:
Al principio, debe realizarse tres días seguidos.
Posteriormente, se aplica tres veces más, pero
dejando un día de descanso entre cada sesión.
Después, se realiza cada tres días durante
tres sesiones adicionales.
Finalmente, se aplica tres veces más, con una frecuencia semanal.
Concluido el tratamiento, las condiciones
normales del intestino deberían estar ya restablecidas. A partir de entonces,
siguiendo las recomendaciones de capítulos anteriores, como beber dos litros de
agua diariamente, el individuo podrá mantener sus intestinos en buen estado.
Aquellas personas que no realizan suficiente
ejercicio, no tienen tiempo para la gimnasia doméstica o llevan una vida
sedentaria o demasiado urbana, deberían realizar el baño interno una vez al
mes. Para no olvidar el tratamiento, es útil fijar una fecha específica del
mes.
Sugerencias
adicionales
Algunos hidroterapeutas recomiendan que, tras
evacuar el agua y las heces acumuladas, se vuelva a inyectar una pequeña
cantidad de agua (alrededor de medio litro) a temperatura ambiente. Este
segundo paso tiene como objetivo fortalecer el intestino grueso y las áreas
adyacentes.
Se sabe que las fricciones o duchas de agua
fresca después de un baño caliente, como las realizadas en los baños turcos,
son muy revitalizantes para el organismo. Aunque no es indispensable seguir
este paso en la irrigación intestinal, quienes lo prefieran pueden hacerlo sin
inconvenientes.
Precauciones
En caso de duda respecto a la correcta
aplicación del tratamiento, es aconsejable consultar con un hidroterapeuta
experto. Como ocurre con todos los agentes naturales, el agua también puede
conllevar ciertos riesgos si no se utiliza adecuadamente. Por lo tanto, es
fundamental asegurarse de aplicar el tratamiento de manera correcta para
obtener sus beneficios sin ningún perjuicio.
Capítulo 7
Funciones
de la piel
La mayoría de las personas que desconocen la
estructura fisiológica de su cuerpo creen que la piel es únicamente una capa
externa destinada a actuar como una especie de armadura para proteger los
tejidos blandos internos y evitar su contacto con sustancias irritantes.
Sin embargo, la piel es un órgano tan
importante como cualquier otro, ya que todos los órganos del cuerpo desempeñan
funciones indispensables para mantener la vida fisiológica.
Funciones principales de la piel
1. Cubrir y proteger los órganos internos del
cuerpo.
2. Transmitir al cerebro, a través de los
nervios, las percepciones del sentido del tacto.
3. Regular la temperatura corporal.
4. Excretar parte de las impurezas de la sangre.
5. Absorber las sustancias asimilables con las
que entra en contacto.
6. Participar en una respiración lenta,
denominada transpiración, como complemento de la función pulmonar.
Una función integral
Estas seis funciones, que la piel realiza de
manera asombrosa sin que una interfiera con las otras, son un valioso apoyo
para los riñones, los intestinos, los pulmones, el hígado y otros órganos del
sistema.
Los fisiólogos más destacados afirman que la
piel es una barrera poderosa frente a las sustancias nocivas, tanto desde el
exterior como desde el interior del cuerpo.
La piel está formada por dos capas distintas:
1. La dermis,
o verdadera piel.
2. La epidermis,
también conocida como cutis.
La dermis o verdadera piel
Es la capa interna de la piel, situada debajo
de la epidermis. Está compuesta por una densa malla reticular que contiene:
- Terminaciones
nerviosas.
- Glándulas
sudoríparas.
- Folículos
pilosos.
- Fibras
musculares.
- Vasos
capilares sanguíneos y linfáticos.
La dermis se apoya en el tejido subcutáneo,
que contiene grasa, fibras musculares, vasos linfáticos, vasos sanguíneos y
nervios.
La
epidermis o cutis
Es la capa externa que se extiende sobre la
dermis. Está compuesta exclusivamente por células, sin fibras musculares,
nervios, vasos linfáticos ni sanguíneos.
Algunas células de la epidermis forman la capa
pigmentaria, responsable del color característico de la piel. Estas células se
renuevan con frecuencia:
- Las células
muertas se desprenden en forma de escamas.
- Estas son
reemplazadas por células nuevas generadas en la dermis, que empuja dichas
células hacia la superficie.
- Las nuevas
células se endurecen según la complexión de cada individuo.
Dado que la epidermis carece de nervios, es
insensible. Por ello, puede cortarse o pincharse sin causar dolor ni derramar
sangre, ya que no tiene vasos sanguíneos.
Cuando se experimenta dolor o sangrado al
pincharse con un alfiler o cortarse con un cuchillo, es porque la lesión
atravesó la epidermis y alcanzó la dermis.
Aunque la epidermis parece mantenerse intacta, en realidad se renuevan miles de sus células diariamente. Estas células son tan pequeñas que solo se perciben cuando se acumulan en grandes cantidades y forman escamas visibles que se desprenden, lo que comúnmente se conoce como "mudar la piel".
La
función protectora de la piel
La elasticidad, suavidad y resistencia de la
piel hacen que proteja de manera eficaz los tejidos blandos y delicados del
interior del cuerpo.
Además, la piel nos permite experimentar
diversas sensaciones a través del sentido del tacto. Millones de terminaciones
nerviosas sensoriales concluyen en la piel, y es gracias a ellas que podemos
percibir el contacto directo con los objetos del entorno.
Gracias a las terminaciones nerviosas de la
piel, podemos distinguir si un objeto es duro o blando, áspero o liso, frío o
caliente, así como identificar otras cualidades y el grado de resistencia de
cada cosa.
La piel cuenta con puntos específicos que
detectan frío y otros que perciben calor. La fisiología ha estudiado a fondo
estos puntos, revelando datos curiosos que solo mencionamos de pasada, ya que
no son el foco de esta obra.
Resistencia
y adaptabilidad de la piel
La piel es extremadamente flexible y, al mismo
tiempo, muy resistente. Repara con rapidez cualquier pérdida o daño,
reemplazando constantemente las células muertas por nuevas.
Actúa como una armadura perfecta, diseñada de
manera admirable para cumplir con su función protectora.
La capacidad de la piel para transmitir al
cerebro las sensaciones táctiles a través de los nervios demuestra una notable
adaptación al propósito para el cual fue diseñada. Por ello, se considera el
verdadero órgano del sentido del tacto.
Regulación
de la temperatura
La piel desempeña un papel crucial en la
regulación de la temperatura corporal. Su amplia red de vasos sanguíneos puede,
si es necesario, retener hasta la mitad de la sangre que circula por el cuerpo,
protegiéndolo así de los efectos de un frío extremo.
Un claro ejemplo de esta función es la
"reacción" o flujo de sangre hacia la periferia de la piel después de
un baño o ducha fría, lo que genera una sensación de calor y vigor.
Por otro lado, la transpiración es fundamental
para refrescar el cuerpo en climas cálidos. A través de la evaporación del
sudor, la piel logra regular la temperatura, especialmente en verano.
En condiciones normales, el cuerpo excreta
entre un cuarto y medio litro de sudor en 24 horas. Sin embargo, en situaciones
extremas, como el trabajo en hornos o al aire libre durante el verano, la
transpiración puede alcanzar entre uno y dos litros y medio por hora.
Eliminación
de residuos
La piel también expulsa parte de los desechos
del organismo, contribuyendo a la eliminación de sustancias tóxicas.
Aunque la mayoría de los residuos se eliminan
a través del intestino grueso y los riñones, la piel también desempeña un papel
importante, eliminando impurezas tanto a través de la transpiración como en el
proceso respiratorio, mediante la espiración.
Este órgano fascinante alberga aproximadamente
tres millones de glándulas sudoríparas, que, si se colocaran en fila,
alcanzarían una longitud de cerca de ocho kilómetros.
Los desechos de todas las partes del cuerpo
son transportados a las venas, cuya sangre, cargada de impurezas, es purificada
parcialmente en los pulmones. Durante la inspiración, el oxígeno transforma la
sangre venosa en sangre arterial, "quemando" algunas de estas
toxinas.
Los riñones segregan constantemente una parte
de las impurezas de la sangre, expulsándolas en forma de orina. Otra parte de
esos desechos es eliminada a través de la piel, en forma de transpiración.
Cuando los riñones están débiles o trabajan de
manera insuficiente, la piel asume parte de su función y aumenta su trabajo de
eliminación. Las glándulas sudoríparas filtran agua de la sangre, disolviendo
en ella los desechos, que luego son expulsados a través de los poros de la
piel, esos diminutos agujeros que la acribillan.
En condiciones normales, la transpiración es
imperceptible, salvo cuando el calor, el esfuerzo físico intenso o la
nerviosidad la hacen visible, cubriendo la piel de gotas de sudor que, en
ocasiones, se agrupan y fluyen en forma de pequeños chorros.
Si el clima es seco, la transpiración se
evapora rápidamente, incluso en verano, por lo que apenas se nota. Sin embargo,
en climas húmedos, la evaporación disminuye, provocando una sensación
sofocante.
Composición
de la transpiración
El sudor, al ser analizado químicamente,
contiene residuos orgánicos y materias excrementicias similares a las de la
orina. Estos desechos son tóxicos, y el organismo se esfuerza en expulsarlos.
Cuando el intestino grueso, especialmente el
colon, está obstruido o sobrecargado de materia fecal, la transpiración
adquiere un olor desagradable, ya que elimina parte de esas impurezas que
deberían ser evacuadas por los intestinos.
Importancia
de una piel limpia
Es fundamental mantener la piel limpia y
saludable para que pueda cumplir adecuadamente sus diversas funciones, todas
indispensables.
Muchas enfermedades contagiosas tienen su
origen en dos factores combinados: una cloaca intestinal hedionda y la
obstrucción de los poros debido a la falta de higiene.
Absorción
a través de la piel
La piel también tiene la capacidad de absorber
ciertas sustancias con las que entra en contacto, lo que explica los
tratamientos hidroterápicos basados en la ósmosis. Esta propiedad permite que
el agua y otros líquidos atraviesen la membrana de la piel en procesos de endósmosis
y exósmosis, de los cuales hablaremos más adelante.
Función
respiratoria de la piel
La piel complementa la función de los pulmones
al absorber oxígeno y exhalar anhídrido carbónico, aunque en menor medida.
Algunos fisiólogos afirman que realiza aproximadamente una quincuagésima parte
de la función respiratoria.
En personas que viven desnudas, como ciertos
pueblos indígenas, la piel desempeña un papel mucho más significativo en la
respiración que en individuos de sociedades civilizadas, donde el uso de ropa
limita esta función. De hecho, se ha observado que vestir a los indígenas con
ropa occidental puede provocar enfermedades, incomodidad e incluso la muerte.
Función
auto lubricante de la piel
La piel también segrega un fluido oleaginoso
que la mantiene suave y flexible. En personas sanas y aseadas, este fluido
cumple su función y se evapora rápidamente. Sin embargo, si se descuida la
higiene, este líquido se espesa y se mezcla con el sudor y los desechos de la
transpiración, formando una capa que embadurna la piel, obstruye los poros y
dificulta sus funciones.
El baño:
una necesidad básica
De ahí la importancia de los baños regulares
para limpiar la piel, algo que puede resultar complicado en lugares donde el
agua es escasa o las viviendas no cumplen con las condiciones higiénicas
necesarias.
El baño no es un lujo, sino una necesidad
básica de la vida.
A buen entendedor, pocas palabras.
Capítulo 8
El baño
científico
Desde tiempos inmemoriales, los pueblos de la
India han utilizado el baño como un medio para estimular, conservar, mejorar y
recuperar la salud.
En realidad, el baño puede considerarse como
un instinto primigenio del ser humano.
El hombre primitivo no se bañaba con la
intención deliberada de higienizar su cuerpo, sino que lo hacía por una
inclinación natural, surgida de las profundidades de su subconsciente, que lo
impulsaba a sumergirse en lagos, ríos o el mar. Para él, la limpieza era un
detalle menor del baño; lo que realmente lo motivaba era la sensación
reconfortante que produce en las personas sanas esta práctica.
Este placer lo llevaba a convertir el baño en
un hábito, similar al de los patos en el agua. Desde su infancia, aprendía a
dejarse llevar por este instinto natural, integrándolo de forma espontánea a su
vida.
El baño
en la antigüedad
Los antiguos griegos y romanos, con mayor
conocimiento, reconocieron el valor medicinal y la eficacia higiénica del baño,
convirtiéndolo en una institución pública.
Pronto comprendieron que el baño no solo
ayudaba a mantener las condiciones naturales del cuerpo, sino que, administrado
correctamente, podía convertirse en un excelente remedio para diversas
enfermedades.
Por esta razón, cuando en tiempos modernos se
inició la hidroterapia, sus primeros seguidores se inspiraron en las prácticas
de la antigüedad y restauraron el baño terapéutico como parte fundamental de su
sistema.
Importancia
del baño
Después de lo expuesto en el capítulo anterior
sobre la piel, resulta innecesario argumentar extensamente por qué el baño es
un factor esencial para la salud humana.
Si recordamos el papel fundamental de la piel
en la eliminación de los desechos del organismo, reconoceremos la importancia
crucial del baño para eliminar las acumulaciones que obstruyen los poros.
El baño presta a la piel un servicio similar
al que la irrigación realiza en el intestino grueso. En ambos casos, el agua
elimina desechos acumulados, limpia las sustancias excrementicias fétidas y
permite que los órganos funcionen con normalidad.
Ambos procedimientos actúan de manera análoga
y producen resultados generales similares.
La limpieza cuidadosa de la piel reduce el
trabajo excesivo de los riñones y facilita el funcionamiento normal del
organismo, especialmente si el colon está libre de obstrucciones.
Beneficios
del baño
La práctica regular de ambos tratamientos, la
irrigación intestinal y el baño de limpieza interna y externa, podría prevenir
muchas enfermedades cutáneas y otros trastornos similares.
Además de cumplir con esta función esencial,
el baño fortalece el organismo, eleva el ánimo y proporciona una sensación
placentera de bienestar.
A continuación, analizaremos los distintos
tipos de baño recomendados por los profesionales de la hidroterapia.
Baño por
Ósmosis (exósmosis) para Desintoxicación Profunda
El baño por ósmosis es una técnica natural y
poderosa para desintoxicar el organismo, especialmente indicada en casos de
enfermedades graves o acumulación excesiva de toxinas. Se basa en el principio
de la ósmosis, donde el agua caliente y la sal marina generan un efecto de
extracción de toxinas a través de la piel, favoreciendo la eliminación de
sustancias nocivas y restaurando el equilibrio del cuerpo.
La ósmosis ocurre cuando hay una diferencia de
concentración de solutos (en este caso, sal) entre dos medios separados por una
membrana semipermeable, como la piel. Para que el agua del baño genere un
efecto osmótico que extraiga toxinas del cuerpo, su salinidad debe ser superior
a la del cuerpo humano.
El cuerpo humano tiene una salinidad
aproximada del 0.9% (similar a una solución salina isotónica o al suero
fisiológico). Para que el baño por ósmosis funcione eficazmente, el agua debe
tener una concentración de sal mayor a este valor.
Para que la ósmosis favorezca la
eliminación de toxinas y no la absorción de agua, la solución debe ser hipertónica
(con mayor concentración de sal que el cuerpo). Se recomienda una salinidad
entre 2% y 5%, dependiendo del propósito:
- Para
desintoxicación leve y relajación:
2% de salinidad (~2 kg de sal en 100 litros de agua).
- Para
desintoxicación profunda:
4-5% de salinidad (~4-5 kg de sal en 100 litros de agua).
- Una bañera
estándar tiene entre 80 y 120 litros de agua.
- Para un baño
de ósmosis efectivo, se recomienda agregar entre 2 y 5 kg de sal
marina, asegurando una salinidad superior al 2%.
Materiales Necesarios:
- Unos 80 l.
de agua lo más caliente posible
(sin llegar a ser incómoda o peligrosa para la piel, probar sumergiendo el
codo).
- 2 kg de sal
marina sin aditivos ni aglomerantes.
- Bañera lo
suficientemente grande para sumergir la mayor parte del cuerpo.
- Toalla de
algodón y ropa cómoda para después del baño.
Procedimiento:
1. Llenado de la Bañera
Llenar la bañera con agua caliente, procurando
que la temperatura sea alta pero tolerable. Cuanto mayor sea la temperatura del
agua, más efectivo será el proceso de transpiración y eliminación de toxinas.
2. Disolución de la Sal
Agregar los 2 kg de sal marina al agua y
mezclar bien hasta su completa disolución. La alta concentración de sal crea un
ambiente osmótico ideal para extraer toxinas a través de la piel.
3. Sumersión en el Agua
Introducirse en la bañera con el cuerpo
completamente sumergido hasta el cuello o hasta donde sea posible. Relajarse y
permitir que el proceso de ósmosis comience a trabajar.
4. Tiempo de Permanencia
Permanecer
en el baño durante 30 minutos. Durante este tiempo, el cuerpo eliminará
toxinas a través de la piel debido a la diferencia de concentración entre el
agua salina y los líquidos corporales. Es común sentir sudoración intensa, lo
cual es un indicio de que el proceso está funcionando correctamente.
5. Finalización y Reposo
Salir del baño lentamente y secarse con una
toalla sin frotar demasiado. Es recomendable envolverse en una manta de algodón
y reposar en posición horizontal durante al menos 20-30 minutos para que
el cuerpo termine de asimilar el proceso de desintoxicación.
6. Hidratación
Beber agua pura o una infusión suave (como manzanilla o diente de león) para
ayudar al cuerpo a eliminar las toxinas movilizadas durante el baño.
Beneficios:
- Elimina
toxinas acumuladas en el organismo a través de la piel.
- Estimula la
circulación sanguínea y linfática.
- Relaja el
sistema nervioso y reduce el estrés.
- Favorece la eliminación
de metales pesados y sustancias nocivas.
- Mejora la
oxigenación de los tejidos y el equilibrio electrolítico.
- Puede
aliviar síntomas de enfermedades crónicas o inflamatorias.
Recomendaciones Adicionales:
- Este baño
puede realizarse de 1 a 3 veces por semana, dependiendo del estado
de salud de la persona.
- No se
recomienda para personas con enfermedades cardiovasculares o problemas de
tensión. En este caso optar por el baño de pies, igualmente efectivo y sin
riesgos.
- Evitar comer
justo antes del baño y procurar estar en ayunas o con el estómago ligero.
- Si se
experimenta mareo o debilidad extrema, salir del baño inmediatamente y
descansar.
- Las personas
con movilidad reducida o en estados de debilidad extrema
pueden beneficiarse del mismo principio de ósmosis sin necesidad de
sumergirse completamente. En este caso, se recomienda realizar un baño
de pies con agua caliente y sal marina, en la misma proporción
anterior, asegurándose de que cubra los pies por encima de los tobillos.
Sumergir durante 10 minutos, tres veces al día. El agua puede recalentarse
y reutilizarse varias veces (hasta que se note su turbidez o haya
residuos visibles).
Este método de desintoxicación natural puede
ser un complemento valioso en tratamientos de enfermedades crónicas o como
parte de un programa de purificación y revitalización del organismo.
Ir a un balneario implica un costo
elevado, ya que se paga por el uso de instalaciones, tratamientos
adicionales, personal especializado y, en muchos casos, hospedaje y transporte.
Aunque ofrece un entorno relajante y servicios complementarios, no siempre es
accesible económicamente ni factible en el día a día.
Por otro lado, realizar el baño por ósmosis
en casa tiene un costo mínimo, limitado al consumo de agua y su
calentamiento, puesto que la sal marina es muy económica. Se puede hacer con
regularidad, sin desplazamientos ni gastos adicionales, aprovechando la
comodidad del hogar.
La tendencia en los hogares es la de sustituir
la bañera por un plato de ducha. Nuestra recomendación es que este cambio solo
se realice en casos de necesidad imperiosa, como problemas de movilidad, limitaciones
de espacio, etc. Una bañera en el hogar es impagable.
Baño de
limpieza
Puede que algunos sonrían escépticamente al
leer este epígrafe, pensando que no hay mucho que decir sobre el baño común de
limpieza. Sin embargo, pocos conocen cómo aprovechar al máximo los beneficios
de este hábito cotidiano.
Horarios
recomendados
Las mejores horas para tomar un baño de higienización
son:
1. Por la mañana temprano, al levantarse.
2. Antes de almorzar.
3. Por la noche,
poco antes de acostarse, pero al menos dos horas después de cenar.
Es importante evitar tomar alimentos
inmediatamente antes o después del baño.
Temperatura del agua
El agua debe tener una temperatura adecuada a
la estación del año y a la sensibilidad de cada persona. Sin embargo:
- Nunca se debe usar agua que haya permanecido
toda la noche en depósitos, ya que no estará pranizada y su temperatura
puede ser demasiado fría en invierno o excesivamente caliente en verano.
- Se debe usar
agua viva, que no haya pasado por lugares contaminados.
Además, no es recomendable tomar un baño si se
está fatigado o si el nivel de vitalidad es bajo.
La temperatura del agua no debe provocar
escalofríos ni un calor que resulte enervante.
Propósito del baño
A diferencia de los baños fríos o calientes,
que tienen fines terapéuticos, el baño de limpieza tiene un propósito
exclusivamente higiénico.
Preparación y materiales
- Se necesitan
mitones confeccionados con tela similar a la de las toallas turcas,
lo suficientemente amplios para permitir el movimiento libre de los dedos.
- Estos
mitones pueden fabricarse en casa, utilizando una toalla vieja, ya que
será difícil encontrar los ideales en tiendas.
Procedimiento
1. Preparación de los mitones:
o Sumérgelos en el agua y frótalos con una
pastilla de jabón de buena calidad hasta que queden llenos de espuma.
2. Fricción con mitones:
o Entra en la bañera y fricciona vigorosamente
todo el cuerpo, de pies a cabeza, con los mitones enjabonados.
3. Fricción con las manos:
o Quita los mitones y frota nuevamente todo el
cuerpo con las manos desnudas.
o Las manos, además de adaptarse mejor a las
curvas del cuerpo, poseen una virtud magnética y vitalizadora que los
artificios carecen.
4. Masaje:
o Aplica un ligero masaje en las extremidades y
el tronco.
5. Enjuague:
o Cambia el agua, que ya estará jabonosa y
sucia, y enjuaga el cuerpo con agua limpia, igual que se enjuaga la ropa
después de lavarla.
6. Secado:
o Usa una toalla limpia, recia y de uso personal
exclusivo.
o Sécate suavemente, evitando presionar en
exceso para no irritar la piel.
Las células muertas y los desechos de la
epidermis ya habrán sido eliminados con la enjabonadura, por lo que basta una
fricción ligera con la toalla.
Después del baño
Realiza un poco de gimnasia doméstica u otro
ejercicio ligero que ayude a reaccionar y activar el cuerpo, pero sin llegar a
la fatiga.
Baño
caliente
El baño caliente tiene sus beneficios, pero no
se debe abusar de él ni tomarlo únicamente por placer.
La temperatura ideal del agua debe ser de unos
50ºC.
Procedimiento
1. Preparación:
o Comienza como en el baño higiénico, usando
mitones y enjabonando el cuerpo durante 5 a 10 minutos, o hasta asegurarte de
que la epidermis esté completamente limpia.
2. Ducha final:
o Antes de secarte, toma una ducha breve y
rápida con agua más fría que la del baño caliente.
El agua caliente abre los poros, por lo que,
si no se aplica el chorro de agua fresca al finalizar, existe el riesgo de
sufrir los efectos negativos de un cambio brusco de temperatura, como un
resfriado.
Recomendaciones
Quienes tienen el hábito de realizar un baño
diario con agua fresca no necesitarán tomar muchos baños calientes si están en
un estado de salud normal.
Efectos del baño caliente
- Relaja el
organismo.
- Disminuye la
frecuencia del pulso y la respiración.
- Relaja los
músculos.
- Ablanda las
partes más endurecidas de la epidermis.
Baño frío
El baño frío es un excelente tónico
vigorizador para las personas con gran vitalidad y salud robusta. Sin embargo,
puede ser perjudicial para:
- Niños de
corta edad.
- Personas
mayores.
- Personas con
debilidad física.
- Aquellos que
padecen ciertas afecciones.
Beneficios y precauciones
Los efectos revitalizantes del baño frío han
despertado tal entusiasmo en muchas personas que, en algunos casos, se ha
convertido casi en un fetiche. Sin embargo, esta afición desmedida y sin
considerar las condiciones de tiempo, lugar, y el estado físico de cada
individuo, puede tener consecuencias desastrosas.
Para aquellos con complexión robusta y plena
vitalidad, el baño frío puede ser una fuente de energía y bienestar
incomparables. La sensación de vigor y euforia que produce es mucho más
saludable y duradera que la obtenida mediante estimulantes comerciales.
No obstante, es imprudente e incluso peligroso
administrarlo a:
- Niños y
jóvenes en plena etapa de crecimiento.
- Muchachas en
la pubertad.
- Personas
inválidas o ancianas.
- Individuos
de constitución débil o con temperamento enfermizo.
El secreto del baño frío
El beneficio del baño frío radica en la reacción
del organismo frente al agua fría. Si esta reacción no ocurre, el baño
puede resultar perjudicial y tener efectos adversos.
Es importante no caer en el error de creer que
el agua debe estar extremadamente fría, cerca del punto de congelación. Tal
creencia es un despropósito. La temperatura del agua debe ajustarse a las
condiciones fisiológicas de quien lo toma.
Algunos, incapaces de soportar el impacto del
agua helada, pueden beneficiarse de un baño con agua simplemente fresca.
Temperatura adecuada
Todo baño con agua a una temperatura inferior
a los 37°C, que es la normal del cuerpo humano, se considera un baño
frío. La temperatura exacta debe ajustarse a la vitalidad del individuo:
- Cuanta más
vitalidad tenga la persona, más fría puede ser el agua, siempre dentro de
los límites de las normas de higiene.
Baños
Minerales
Las aguas minerales contienen una cantidad
significativamente mayor de energía universal o prana en comparación con las
aguas comunes. Aunque técnicamente toda agua natural contiene minerales
disueltos, se clasifica como agua mineral aquella que contiene una proporción
especialmente elevada de ciertas sales que le confieren propiedades
particulares.
El Baño
de Agua de Mar
El baño en agua de mar, uno de los más
antiguos tipos de baño mineral, no suele ser clasificado formalmente como
mineral, pese a sus evidentes beneficios para la salud. Su efecto positivo es
especialmente notable cuando se combina con la exposición al sol, lo que
intensifica su impacto revitalizador en el cuerpo.
La acción terapéutica de las aguas minerales,
que la ciencia occidental atribuye a propiedades químicas, es en esencia
pránica. Esto depende principalmente de los principios volátiles o gaseosos
presentes en el agua (como el ácido carbónico y el sulfuro de hidrógeno). En
menor medida, también contribuyen las sustancias sólidas disueltas que
caracterizan a cada tipo de agua mineral.
El poder de absorción de la piel, como ya se
mencionó, es notable. Este órgano no solo puede asimilar gases presentes en el
agua mineral, sino también sustancias disueltas, como sales y otros compuestos.
Recomendaciones
No se debe recurrir a baños minerales de forma
caprichosa o sin supervisión. Es fundamental consultar a un hidroterapeuta
especializado, quien podrá determinar el tipo de baño más adecuado según las
necesidades específicas de cada persona, así como la forma y frecuencia con que
debe administrarse.
Cada individuo requiere un tratamiento
personalizado basado en su temperamento, estado de salud y circunstancias
particulares, por lo que las indicaciones generales no siempre son aplicables a
casos concretos.
Fomentos
En hidroterapia, los fomentos consisten en la
aplicación de calor húmedo mediante paños empapados en agua caliente. Este
tratamiento aprovecha el prana en su modalidad de calor húmedo. El
procedimiento es el siguiente:
1. Materiales Necesarios:
o Tres paños de bayeta de lana.
2. Preparación y Aplicación:
o Colocar el primer paño seco sobre la zona del
cuerpo a tratar.
o Plegar el segundo paño longitudinalmente en
cuatro dobleces y empaparlo en agua muy caliente, dejando los extremos secos
para poder manipularlo sin quemarse.
o Doblar el paño en dos dobleces más y aplicarlo
sobre el paño seco durante cinco minutos.
o Preparar el tercer paño de la misma manera y
usarlo para reemplazar al segundo después de cinco minutos.
o Alternar ambos paños hasta completar el tratamiento.
Compresas
Las compresas, contrarias a los fomentos, son
siempre frías. El procedimiento es el siguiente:
1. Materiales Necesarios:
o Un paño de hilo o algodón.
2. Preparación y Aplicación:
o Doblar el paño en cuatro dobleces.
o Empaparlo en agua fría y escurrirlo bien para
que no gotee.
o Aplicarlo directamente sobre la piel.
o Cubrir la compresa con una bayeta seca.
o No se renueva la compresa durante el
tratamiento.
Fricción
Fría
La fricción fría consiste en la estimulación
de la piel mediante un paño mojado en agua fría. El procedimiento es el
siguiente:
1. Materiales Necesarios:
o Un paño de hilo o algodón en forma de bolsa.
2. Preparación y Aplicación:
o Mojar el paño en agua fría y escurrirlo bien.
o Frotar todo el cuerpo con el paño, comenzando
por los brazos y continuando por la espalda, el vientre, el pecho y las
piernas.
o Realizar la fricción durante 10 a 20 minutos.
Duchas
Las duchas consisten en aplicar un chorro de
agua, ya sea en forma de lluvia o de corriente continua, sobre el cuerpo.
Pueden tener fines higiénicos, refrescantes o terapéuticos, dependiendo de la
temperatura y la fuerza del agua.
Las duchas son un método terapéutico que puede
ser caliente o frío, pero nunca tibio, ya que el agua tibia no es
eficaz. Pueden clasificarse como generales o locales, dependiendo
de si se aplican a todo el cuerpo o a una parte específica. La característica
principal de una ducha es que el agua caiga desde una altura adecuada y con la
presión necesaria para maximizar su efecto.
Tipos de Duchas por Forma
1. Ducha Móvil:
Puede tener distintas formas, como:
o Lanza:
Un chorro dirigido en línea recta.
o Regadera:
Similar a un cabezal de ducha tradicional, con múltiples agujeros.
o Abanico:
Proyecta el agua en un ángulo amplio en forma de abanico.
2. Ducha de Lluvia: Se administra mediante un aparato con una
salida en forma de regadera, con agujeros de aproximadamente un milímetro de
diámetro, para distribuir el agua en forma de lluvia uniforme.
3. Ducha de Columna: Utiliza un tubo cilíndrico de 25 milímetros
de diámetro para aplicar un chorro concentrado de agua.
4. Ducha de Círculo: Emplea un aparato cilíndrico compuesto por
diez aros huecos, dispuestos horizontalmente y separados por 15 centímetros.
Cada aro tiene numerosos agujeros y una espita independiente para regular el
agua.
5. Ducha de Paseo: Consiste en un cilindro hueco de cinco
metros de longitud, suspendido horizontalmente del techo. Tiene múltiples
agujeros que forman una especie de lluvia bajo la cual el bañista puede
pasearse.
Reacción Posterior al Tratamiento
- Fricción
Seca: Después de cualquier ducha, es
fundamental realizar una fricción seca para estimular la reacción del
organismo. Este paso es esencial en cualquier tratamiento hidroterápico,
ya que la reacción asegura que el cuerpo absorba los beneficios del agua,
recuperando el calor y la circulación normal.
Flotación
de los Órganos Internos
La mayoría de las personas desconoce los
efectos que el baño produce en los órganos internos.
Cuando permanecemos en posición bípeda
(de pie), los órganos internos gravitan verticalmente hacia abajo, respecto a
su estructura de soporte natural. En cambio, cuando estamos en posición
decúbito —acostados de lado, boca arriba o boca abajo—, la gravedad afecta
a los órganos en direcciones distintas.
Sin embargo, al sumergirnos en el agua, ocurre
algo completamente diferente. La fluctuación del agua, al ejercer presión
uniforme en todas las direcciones, genera una sensación única. Este fenómeno:
- Alivia las
presiones innecesarias entre
los órganos.
- Facilita una
especie de descanso o relajación interna.
- Tiende a
reajustar pequeños desplazamientos de órganos como los pulmones, el
hígado, el bazo y los intestinos.
Para experimentar estos beneficios:
1. Llena la bañera con agua a
una temperatura agradable, cercana a la del cuerpo.
2. Sumérgete y deja que tu cuerpo flote, similar
a la postura de "hacer la plancha" en el agua.
3. Permanece en esta posición durante
aproximadamente quince minutos.
Este no es un baño frío ni caliente, sino un baño
de relajación diseñado para proporcionar placer y liberar tensiones
internas.
Pediluvios
La importancia de los pediluvios o baños de
pies no puede subestimarse. Existe una relación particular entre la planta de
los pies y el sistema nervioso, lo que queda demostrado por la sensación de
alivio y bienestar que se experimenta al lavar los pies después de un día de
intenso trabajo o una caminata prolongada.
Además, los glóbulos excretores de la piel en
la planta de los pies son de mayor calibre y tienen una actividad más intensa
que en otras partes del cuerpo. Esto explica por qué los pies sudan con mayor
copiosidad y, muchas veces, emanan olores desagradables.
Por esta razón, es fundamental mantener
siempre los pies limpios. Dedicar tiempo y esfuerzo a su cuidado nunca será un ejercicio
inútil.
A lo largo de esta comunicación hemos
presentado diversos procedimientos hidroterápicos originarios de la India y
países vecinos, probados con éxito durante siglos. Estos métodos, tan naturales y
comunes en aquellas culturas, son considerados esenciales para mantener la
salud y prevenir enfermedades.
Mientras en Oriente estos hábitos se
transmiten de generación en generación como algo instintivo y natural, en
Occidente, donde la civilización ha alejado al ser humano de su conexión con la
Naturaleza, es necesario promover su práctica.
La adopción de estos métodos no solo devolverá
al cuerpo su equilibrio natural, sino que también aportará los beneficios de
una vida más armoniosa, donde aire, agua y sol, los regalos más preciosos de la
Naturaleza, sean aprovechados plenamente.
Aire, agua y sol, utilizados con sabiduría, son los aliados más
poderosos contra la enfermedad.
Paz a todos.
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