Sanación por el Agua. Hidroterapia

 

Hidroterapia: Cómo Usar el Agua para Sanar y Mejorar tu Salud 


Capítulo 1

Hidroterapia Yogística

Los yoguis hindúes practican y enseñan diversas técnicas y aspectos del sistema de bienestar físico conocido como Hatha Yoga.

Miles de personas en la India solo conocen este sistema de educación física e higiene como un medio para conservar la salud y fortalecer el cuerpo. El Hatha Yoga representa una forma de Medicina Natural para los habitantes de esta región. Sin embargo, existe una modalidad dentro del Hatha Yoga que merece ser conocida y practicada por quienes desean mantener la salud corporal: la hidroterapia yogística.

Este aspecto específico del Hatha Yoga tiene un lugar especial en la Medicina Natural, lo que justifica tratarlo de manera independiente debido a su relevancia.

Cabe señalar que la hidroterapia no es un concepto nuevo en el mundo occidental. Muchos médicos han elogiado sus beneficios con entusiasmo, y miles de personas han obtenido resultados positivos al utilizarla. Sin embargo, aunque la hidroterapia occidental tiene ciertas similitudes con la oriental, los yoguis de la India explican sus efectos terapéuticos a través de la teoría del prana, una perspectiva desconocida para la mayoría de los profesionales de la salud occidentales, incluso entre los más académicos.

Para comprender plenamente el tratamiento hidroterápico, es decir, el uso del agua para sanar los trastornos fisiológicos, es imprescindible tener una idea clara del prana, ya que este desempeña un papel fundamental como agente terapéutico en la hidroterapia. Fue tratado el tema en la comunicación de este mismo blog: 

https://biomagnetismoouteiral.blogspot.com/2025/02/guia-completa-de-pranayama-y.html

Pero es bueno recordarlo. El término prana se refiere a la energía universal que impregna todo lo existente. Según los filósofos de la India, una de las manifestaciones del prana es la energía vital que da vida a los organismos. Esta energía universal está presente en todas las cosas: en los alimentos, en el agua y en el aire, y puede ser absorbida y transformada en energía vital.

En esta comunicación trataremos de demostrar cómo es posible asimilar el prana del agua y transformarlo en energía vital para aliviar trastornos fisiológicos y mejorar la salud, la fuerza y el vigor corporal.

Cabe destacar que no es necesario creer en la existencia del prana para beneficiarse de sus efectos, ya que las virtudes del agua están disponibles para todos, tanto para quienes aceptan esta energía universal como para quienes la cuestionan.

Sin embargo, la experiencia demuestra que cuando la mente acepta que el prana está presente en los alimentos, el agua y el aire, su influencia se percibe con mayor claridad. Dicho de otro modo, la capacidad de asimilar prana se potencia si reconocemos o aceptamos su existencia en todo lo que nos rodea.

No entraremos aquí a profundizar en las razones de esta diferencia, pues ello nos llevaría al mundo de las causas, un ámbito que excede el propósito de estas líneas. Nos limitaremos, entonces, a afirmar la existencia del prana y a detallar sus efectos cuando se aplica correctamente, invitando a cada lector a verificarlo por sí mismo mediante la experiencia repetida.

El prana está presente en el agua, aunque en grados diferentes según las condiciones físicas del líquido. Por ejemplo:

  • El agua corriente y viva contiene mucha más cantidad de prana que el agua estancada o "muerta".
  • El agua de pozos, depósitos, aljibes y balsas pierde gran parte de su prana al permanecer quieta, y aún más si es hervida.

No obstante, es posible recuperar el prana perdido al airear el agua mediante trasvases, un procedimiento que también se puede utilizar para revitalizar el agua destilada.

Esto explica por qué, al beber agua destilada o hervida, algunas personas perciben un sabor áspero, cierto toque astringente y una sensación de que al agua "le falta vida". Este fenómeno, que la ciencia occidental suele atribuir únicamente a la ausencia de aire en el agua, es bien conocido por los yoguis de la India, quienes lo interpretan como una carencia de prana.

Antes de beber agua que ha estado en reposo en una jarra u otro recipiente, se recomienda pasarla repetidas veces de un vaso a otro para airearla y devolverle parte del prana perdido. Aquellos que lo hagan notarán una diferencia significativa: el agua trasvasada resulta más vigorizante y estimulante para el organismo en comparación con el agua que no ha sido aireada.

Para quienes deseen abandonar el consumo de bebidas alcohólicas, este sencillo hábito de beber agua "pranizada", junto con un esfuerzo consciente de voluntad, puede ser de gran ayuda.

Dado que el agua que abastece a las ciudades suele tener niveles muy bajos de prana, es aconsejable airearla antes de su consumo. Incluso los más escépticos podrán comprobar la eficacia de este procedimiento con solo probarlo.

Además, es recomendable pranizar el agua no solo para beber, sino también antes de tomar un baño caliente, preparar té o aplicar fomentos. Para ello, basta con remover el agua con una bandeja u otro utensilio, evitando trasiegos o enfriamiento.

En esta comunicación utilizaremos una terminología adaptada al lector occidental, manteniendo los principios esenciales de la hidroterapia oriental. Nuestro objetivo es presentar este sistema práctico, valioso y sencillo de manera clara, sin términos confusos que puedan dificultar la comprensión para quienes no están familiarizados con las lenguas y conceptos orientales.

Los hindúes sostienen ideas y teorías que, para los occidentales, pueden parecer extrañas, raras o incluso fantásticas. Por esta razón, aquí omitiremos deliberadamente cualquier referencia a ellas.

Nuestro objetivo es captar la atención del lector hacia la práctica del sistema hidroterápico de los yoguis de la India, centrándonos en su concepto fundamental y evitando desviar el enfoque hacia teorías o especulaciones innecesarias. Este enfoque resulta adecuado en una obra destinada a un público que, en su mayoría, no está familiarizado con la filosofía oriental y, además, prefiere información práctica y concreta en lugar de teorías que podrían parecerles exóticas o poco aplicables.

Aquellos interesados en profundizar en el trasfondo de las enseñanzas de los yoguis pueden encontrar información más detallada en el Yoga Hatha.

Para el yogui hindú, el agua es considerada el gran remedio de la Naturaleza, portadora de su energía esencial. Ellos creen firmemente en el uso eficaz del agua, tanto en tratamientos internos como externos, considerándola como una "leche" que la Madre Naturaleza ofrece generosamente.

Esta visión encuentra respaldo en el comportamiento instintivo de los animales, quienes recurren al agua como fuente de vida y salud. Sin embargo, el hombre, en su afán de mostrarse "civilizado", ha tendido a desdeñar estos simples principios de la Naturaleza, buscando soluciones más complejas y, a menudo, alejadas de la esencia natural, en su intento de encontrar virtudes que son, en realidad, inherentes a lo natural.

La sencillez es la característica de la verdad y la virtud. Las mejores cosas que nos ofrece la Naturaleza son simples, comunes y accesibles. Por ello, animamos a abrazar esta simplicidad y descubrir el valor de lo esencial.

Así como la Providencia provee alimento a las aves del campo, pero no se lo coloca directamente en el pico, de igual manera, la Naturaleza ofrece al ser humano los remedios más eficaces para sus dolencias en las plantas, las hierbas y las aguas. Sin embargo, es tarea nuestra descubrirlos y aprovecharlos sabiamente.

La humanidad ha recorrido un largo y arduo camino de experimentación para llegar a estas conclusiones, enfrentando innumerables desafíos a lo largo de su historia.

Sin embargo, la persona reflexiva siempre encuentra el camino más prometedor cuando regresa a la Madre Naturaleza, reconociendo en ella la fuente de soluciones sencillas, pero profundamente efectivas, para sus necesidades y su bienestar.


Capítulo 2

El Eficaz Remedio Natural

No resulta sorprendente que el hombre primitivo encontrara en el agua a un amigo natural y un poderoso aliado.

El instinto que relaciona al agua con la vida y la salud es anterior al propio hombre primitivo. Se remonta a los animales, y antes de ellos, a las plantas, e incluso más allá, a las formas de vida orgánica más simples que surgieron en el fondo del océano.

La ciencia nos enseña que la vida comenzó en el seno de las aguas, y siempre hemos encontrado rastros de este origen en nuestras investigaciones. Prueba de ello es que casi el 80% del peso del cuerpo humano está compuesto por agua. Además, las células que conforman los tejidos son, en esencia, organismos marinos que solo pueden sobrevivir rodeados por una solución salina acuosa.

Es por ello que el instinto por el agua está profundamente arraigado en nuestro subconsciente y se manifiesta claramente en nuestra vida consciente.

La función del agua en el cuerpo humano es fundamental. La fisiología nos revela que cada día se expele entre medio litro y tres cuartos de litro de agua a través de la piel en forma de transpiración, cantidad que aumenta durante el verano. Asimismo, el organismo elimina cerca de litro y medio de agua en forma de orina.

Todos los fluidos corporales tienen como base el agua: la sangre, que es la esencia de la vida física; la bilis; los jugos gástricos, pancreáticos e intestinales; e incluso la saliva. Mientras que una persona puede sobrevivir muchos días sin alimentos, moriría rápidamente si se le priva del agua.

El agua es uno de los agentes naturales esenciales para el cuerpo humano y, después del aire, el principal sustento de la vida. Sin embargo, pocas personas le otorgan al agua la importancia que realmente merece, y menos aún la utilizan de manera consciente e inteligente en su día a día.

Prestamos gran atención al riego del suelo, porque sabemos que de él depende el éxito de las cosechas y, con ello, el bienestar económico que nos brinda la Naturaleza. Sin embargo, descuidamos el "riego" de nuestro propio cuerpo, considerando a menudo, de forma errónea, que no es algo relevante.

Al actuar así, no solo infringimos las leyes de la higiene, sino que demostramos una gran falta de sensatez. Nos preocupamos de que nuestros animales domésticos no carezcan de agua para beber y bañarse, reconociendo sus necesidades naturales. Sin embargo, olvidamos que nuestro cuerpo físico, por su similitud con el de los animales, requiere las mismas atenciones.

En este sentido, el hombre primitivo era mucho más sabio que el civilizado. Siguiendo su instinto natural, desconocía el vino, la cerveza, el ajenjo, el café, el alcohol y los estupefacientes. Bebía agua de los manantiales y se bañaba en ríos y lagos, nadando con agilidad desde su infancia, no por haber razonado las ventajas de hacerlo, sino por el simple impulso de su instinto natural.

Con la civilización, el hombre se apartó de la Naturaleza y sofocó estos instintos bajo el peso de los hábitos urbanos, considerándolos poco refinados o innecesarios. En el campo, donde los manantiales ofrecían generosamente agua fresca y limpia, estas prácticas eran sencillas de mantener. Pero en las ciudades, donde el suministro de agua es limitado y su calidad disminuye al ser conducida por tuberías o almacenada en depósitos, el hombre fue perdiendo su afinidad con este recurso natural.

El hábito de consumir bebidas alcohólicas y otras alternativas menos naturales se consolidó, mientras el agua, el recurso más esencial, quedó relegada. La Naturaleza, sin embargo, advierte cuando el organismo no recibe suficiente agua. En esos casos, el cuerpo extrae agua de los tejidos, provocando su encogimiento y deterioro, lo que contribuye a la aparición de numerosas enfermedades que, a menudo, se atribuyen a causas equivocadas.

Muchas personas experimentan malestar, tristeza, melancolía e inquietud sin entender la causa de su condición. En la mayoría de los casos, el problema radica simplemente en la insuficiencia de agua en los fluidos corporales. Estas personas apenas beben un par de sorbos de agua al día, mientras consumen en exceso vino, café, té y licores, que no proporcionan al organismo la cantidad necesaria de agua para su funcionamiento óptimo.

Este descuido hacia la hidratación adecuada lleva a problemas como el estreñimiento, la constipación y otros trastornos intestinales. Sin agua suficiente, el intestino grueso no puede expulsar los residuos alimenticios, transformándose en una cloaca obstruida por falta del agua necesaria para su limpieza.

Las mujeres suelen verse más afectadas por esta carencia, aunque las causas específicas no siempre sean evidentes. La falta de hidratación también puede provocar trastornos hepáticos y renales, ya que ni el hígado ni los riñones pueden desempeñar sus funciones sin suficiente agua.

La escasez de agua en el organismo reduce la cantidad y calidad de la sangre, lo que afecta el riego sanguíneo y puede causar anemia incluso en edades tempranas. Además, las personas deshidratadas suelen tener un cuerpo seco, apenas transpiran, presentan un rostro cetrino y, a menudo, sufren de mal aliento.

En algunos casos, la deshidratación llega a tal punto que la piel parece tan reseca que dan ganas de "ponerlos en remojo" para que recuperen su aspecto saludable.

El agua, como parte esencial de la vida, no debe ser ignorada ni subestimada. Su correcta utilización, tanto interna como externamente, es clave para mantener la salud y prevenir enfermedades. Al reconectar con la sabiduría de la Naturaleza y recuperar hábitos más sencillos, podemos mejorar significativamente nuestra calidad de vida.

Es evidente que todos los órganos del cuerpo, especialmente los nervios, se ven afectados por las condiciones anormales que surgen de la falta de agua, mostrando signos de debilitamiento.

Si analizamos los trastornos ocasionados por esta carencia, concluiremos que la falta de agua está detrás de muchas enfermedades. Un gran número de ellas deriva del estreñimiento, el cual, en la mayoría de los casos, se debe a la escasez de agua en los jugos digestivos.

El cuerpo humano puede compararse a un sistema de tubos de diferentes diámetros que se extienden en todas direcciones para transportar fluidos esenciales. Estos fluidos, cuyo componente principal es el agua, cumplen funciones vitales en el organismo. El tubo digestivo, por su parte, es el único conducto a través del cual se puede introducir agua desde el exterior para satisfacer las necesidades del cuerpo.

Cada órgano está rodeado y regado por fluidos que permiten su correcto funcionamiento. Cuando estos líquidos escasean, el desempeño de los órganos se ve afectado. Los jugos digestivos, por ejemplo, tienen la función de disolver y macerar los alimentos, alterándolos químicamente hasta convertirlos en sustancias asimilables. Estos nutrientes son transportados por la sangre, que los distribuye por todo el cuerpo.

Por otro lado, existen fluidos que expulsan residuos del organismo, como células muertas y sustancias nocivas o innecesarias. El cuerpo lleva a cabo un constante proceso de asimilación y eliminación en su complejo laboratorio interno.

Independientemente de la composición química de estos fluidos, el agua siempre es un elemento fundamental para que puedan cumplir sus funciones y sostener la vida corporal.

Efectos terapéuticos del agua

Los beneficios del agua, tanto en el uso interno como externo, son ampliamente conocidos. Por ejemplo, en casos de fiebre, el agua ha demostrado ser altamente eficaz y forma parte de las terapias médicas modernas, aunque en el pasado se haya hecho un uso inadecuado de ella.

  • Agua fría: Administrada correctamente por vía bucal, ayuda a calmar el ritmo cardíaco acelerado.
  • Agua tibia: Es un potente estimulante para un corazón que trabaja con lentitud.
  • Agua caliente: Según las circunstancias, puede actuar como estimulante, antiséptico o sedante.

El agua también favorece el funcionamiento de los riñones y las glándulas de secreción externa, contribuyendo a la regulación de las glándulas de secreción interna, responsables de la producción de hormonas. Administrada a la temperatura adecuada, incluso puede funcionar como un excelente aperitivo.

Cuando una persona ha perdido mucha sangre por una hemorragia, los médicos suelen inyectar en su torrente sanguíneo una solución de agua esterilizada con una pequeña cantidad de sal. Esta solución actúa como sustituto temporal de la sangre, facilitando el movimiento de los glóbulos sanguíneos y reactivando el funcionamiento del corazón, hasta que el organismo pueda regenerar la sangre perdida.

Uso externo del agua

El agua también desempeña un papel fundamental como agente curativo en tratamientos externos. Más adelante, explicaremos los fundamentos científicos de estos tratamientos, los procedimientos más efectivos para su aplicación, y cómo utilizar el agua de manera óptima en el cuidado diario, ya sea en forma de bebida o baño.

Asimismo, abordaremos métodos para higienizar los conductos excretores del cuerpo, los cuales merecen especial atención, ya que un correcto funcionamiento de estos sistemas es clave para mantener la salud general del organismo.

Conocer y aplicar estos usos del agua, tanto internos como externos, no solo ayuda a prevenir enfermedades, sino que también fortalece y revitaliza el cuerpo, devolviéndole su equilibrio natural.

Todos estos aspectos del tema son de gran interés y relevancia, y confiamos en que nuestros lectores les dedicarán la atención que merecen.

No debemos subestimar el tratamiento hidroterápico por su aparente sencillez, ni preferir alternativas más costosas, complejas y difíciles de aplicar. La simplicidad no resta eficacia, sino que, en muchos casos, la potencia.

Recordemos que quien viva en armonía con la Naturaleza se beneficiará de las leyes fundamentales que gobiernan los fenómenos del universo, tanto en el ámbito orgánico como inorgánico.

La Naturaleza es la madre universal, el médico universal y la nodriza universal. Por ello, es esencial conocer y comprender sus métodos, para aprender a utilizarlos sabiamente en beneficio de nuestra salud y bienestar.


Capítulo 3

El Agua como Bebida

En el capítulo anterior señalamos la importancia del agua en el proceso fisiológico del organismo humano. Mencionamos que el 80% del cuerpo físico está compuesto por agua y que su buen funcionamiento depende en gran medida de este líquido vital.

Es relevante agregar que una persona sana elimina cerca de dos litros de agua cada día a través de la orina y la transpiración. Esto nos lleva a preguntarnos: ¿de dónde provienen esos dos litros de agua que el cuerpo pierde en 24 horas?

Una parte proviene del agua contenida en los alimentos, especialmente en frutas y verduras. Sin embargo, la mayor parte debe ser aportada directamente al organismo mediante la bebida. De lo contrario, la Naturaleza se verá obligada a extraer el agua de los fluidos del cuerpo o enfrentarse a las consecuencias de su escasez.

Si el cuerpo extrae agua de sus reservas internas, los fluidos corporales se ven comprometidos, lo que provoca que la sangre se empobrezca y aumente el riesgo de padecer anemia u otras enfermedades relacionadas con esta deficiencia.

En otros casos, el organismo opta por reducir su actividad, lo que genera un funcionamiento más lento y lánguido, dejando al individuo vulnerable a diversas afecciones como estreñimiento, anemia y dispepsia.

Cada día vemos personas que padecen estos problemas. Al observar sus hábitos, es común notar que apenas beben agua. Por el contrario, aquellos con buena salud suelen ser consumidores habituales de este líquido esencial.

La cantidad adecuada de agua

Expertos en higiene y fisiología coinciden en que una persona sana debe beber al menos dos litros de agua al día. Por lo tanto, quienes consumen medio litro o incluso menos cada 24 horas están violando las leyes de la Naturaleza y no pueden esperar gozar de buena salud.

Para recuperar el bienestar, es necesario restablecerse a las condiciones normales de la Naturaleza, comenzando por aumentar progresivamente el consumo de agua hasta alcanzar la cantidad recomendada de dos litros diarios, repartidos en pequeñas dosis a lo largo del día.

No se debe beber toda esta cantidad de una sola vez, sino de manera pausada. Un hábito muy saludable es tomar un vaso de agua fresca al levantarse por la mañana y otro antes de acostarse por la noche. El resto se distribuye durante el día.

Agua y comidas

No es necesario evitar el agua durante las comidas, aunque tampoco es conveniente beber en exceso, ya que podría diluir los jugos gástricos y debilitar su capacidad para digerir los alimentos. Es preferible beber a sorbos pequeños, lo justo para calmar la sed y evitar el ardor en la boca, sin interferir con la digestión.

Es importante no "aguar los manjares", es decir, evitar beber y masticar al mismo tiempo. Este hábito, además de estar en contra de las normas de buena educación, afecta negativamente la completa masticación de los alimentos, fundamental para que el estómago pueda digerirlos correctamente.

El agua consumida durante las comidas se absorbe rápidamente y entra en el torrente sanguíneo sin afectar el proceso digestivo, a menos que esté muy fría, lo cual podría "pasmar" el estómago.

Beneficios del consumo regular de agua

Quienes adquieren el hábito de beber agua a horas regulares, incluso si no sienten sed, alcanzando la dosis diaria recomendada de dos litros, disfrutan de un semblante saludable y un estado general de bienestar. Esto se debe a la fluidez de la sangre y a la hidratación adecuada de los tejidos.

El organismo aprovecha el agua de muchas maneras, siendo una de las más importantes la limpieza de la sangre. El agua ayuda a eliminar, a través de los órganos excretores, las toxinas y desechos acumulados. Cuando este proceso se ve obstaculizado por la falta de agua, aumenta el riesgo de desarrollar enfermedades que afectan a gran parte de la humanidad.

Agua caliente: un remedio eficaz

El agua caliente, administrada adecuadamente, es un poderoso agente de salud. Los hidroterapeutas saben por experiencia que el agua caliente limpia el estómago y los intestinos con mayor eficacia que los purgantes alopáticos y sin los riesgos asociados a estos tratamientos drásticos.

El agua caliente, cuando se utiliza como medicina sin haber alcanzado el punto de ebullición, tiene efectos notables sobre el estómago. No solo limpia este órgano, sino que lo descongestiona, ayudando a disolver y expulsar las mucosidades adheridas a sus paredes. Además, fortalece y estimula su funcionamiento, reduciendo el riesgo de dilatación y dispepsia.

Se recomienda beber agua caliente por la mañana, al levantarse, o una hora después de comer, en una cantidad de medio litro, tan caliente como sea tolerable. A diferencia del agua tibia, el agua caliente no genera náuseas. Aunque al principio el paladar puede rechazar su insípido sabor, con el tiempo, quien valore su salud, se acostumbrará a este hábito.

El agua caliente debe beberse lentamente, a pequeños sorbos, como si se saboreara una exquisita infusión. Sin embargo, para quienes gozan de buena salud, es preferible el agua fresca en condiciones normales. El agua caliente debe reservarse para casos específicos como pesadez de estómago, dispepsia, indigestión, estreñimiento o náuseas.

El agua pranizada: una fuente de vitalidad

Además de los beneficios que la hidroterapia occidental reconoce al agua, los yoguis hindúes sostienen que el agua cargada de prana es aún más saludable. Pranizar el agua implica volcarla repetidamente de una vasija a otra, un proceso que, según los yoguis, infunde al agua una nueva vitalidad al absorber la energía pránica presente en el ambiente, similar a la manera en que la electricidad se difunde.

Quienes deseen comprobar esta afirmación no tienen más que realizar la prueba. El agua completamente pranizada actúa en el organismo como un poderoso reconstituyente, estimulando, fortaleciendo y aumentando la vitalidad si se consume en cantidades moderadas.

El agua pura de los manantiales de las montañas ya está naturalmente pranizada, lo que explica la diferencia notable entre el agua del campo y la de las ciudades. Sin embargo, el agua urbana puede pranizarse con un poco de paciencia mediante el trasvase repetido, como ya hemos explicado.

Una vez que se comprenda la importancia del agua pranizada y sus efectos beneficiosos, será difícil conformarse con el agua carente de esta esencia vital, que es la que habitualmente consumen los habitantes de las ciudades.

Precauciones al beber agua caliente

Si se bebe agua caliente, es importante airearla adecuadamente, especialmente si ha sido hervida, ya que el agua hervida pierde el aire disuelto, un elemento fundamental para su potabilidad. Además, al beberla, se recomienda retener cada sorbo en la boca durante medio minuto antes de tragarlo.

Esto se debe a que los nervios de la boca y la lengua son especialmente adecuados para absorber el prana del agua. Por esta razón, muchas personas en Oriente, al sentirse cansadas después de trabajar, llenan su boca de agua sin tragarla, simplemente para asimilar la energía pránica antes de escupirla.

La dosis adecuada de agua

Es fundamental no excederse ni quedarse corto en el consumo de agua. La cantidad óptima es de dos litros por día, repartidos en dosis pequeñas. Mientras que muchos occidentales tienden a consumir demasiado o muy poca agua, los orientales han adquirido desde la infancia el hábito de beber la cantidad correcta.


Capítulo 4

El Estómago y los Intestinos

Para comprender mejor las explicaciones que aquí se imparten, resulta fundamental observar cuidadosamente un diagrama del estómago y los intestinos, ya que, excepto quienes estudian fisiología o ejercen la medicina, pocos tienen una noción clara de la ubicación y forma de estos órganos vitales del aparato digestivo.

Es importante destacar que gran parte de las enfermedades tienen su origen en trastornos gástricos o intestinales. Quien desee adquirir conocimientos básicos sobre el tratamiento de las enfermedades debe enfocar su atención en estos órganos antes de ocuparse de otras partes del cuerpo.

Se ha estimado que el 90% de las enfermedades y trastornos fisiológicos que afectan a la humanidad derivan de algún tipo de anomalía en el estómago o los intestinos. Por lo tanto, comprender las funciones normales de estos órganos es esencial para desarrollar un enfoque terapéutico racional y eficaz frente a sus posibles disfunciones.

El estómago

El estómago es un órgano muscular con forma de saco, similar a una gaita. Su capacidad promedio es de un litro, aunque sus paredes pueden distenderse para acomodar mayores cantidades de alimento.

Los alimentos llegan al estómago después de ser masticados e insalivados en la boca. La saliva tiene la capacidad de transformar los almidones en dextrina, que posteriormente se convierte en glucosa. El bolo alimenticio, que es como se denomina técnicamente a esta masa de alimentos mezclada con saliva, pasa al estómago a través del esófago, un conducto que conecta la garganta con la abertura superior del estómago, conocida como cardias.

En el estómago, comienza la fase de la digestión llamada digestión estomacal. Aquí, el jugo gástrico, secretado por las paredes del estómago, actúa químicamente sobre el bolo alimenticio, mientras los movimientos del estómago contribuyen mecánicamente al proceso. El jugo gástrico transforma las proteínas de la carne, las legumbres, los cereales y los huevos en peptonas, dejando las grasas libres.

El estómago, con sus movimientos semejantes a los de una batidora, convierte el bolo alimenticio en una masa semifluida de color grisáceo llamada quimo, compuesta por sales, azúcares, peptonas y grasas libres. Este proceso corresponde al funcionamiento saludable del estómago. Cuando hay indigestión o dispepsia, el contenido estomacal se convierte en una masa fermentada, causando molestias y problemas digestivos.

El intestino delgado

Después de la digestión estomacal, el quimo pasa al intestino delgado a través del píloro, una abertura en la parte inferior del estómago. Este intestino, de aproximadamente 8 o 9 metros de largo, está plegado en múltiples asas para ocupar menos espacio en el abdomen.

El intestino delgado tiene una superficie interna aterciopelada con folículos que absorben y secretan sustancias según sea necesario. Aquí, el quimo se somete a la acción del jugo intestinal, el jugo pancreático y la bilis, segregados por el intestino, el páncreas y el hígado, respectivamente.

Estos jugos completan la digestión, transformando el quimo en quilo, una mezcla de nutrientes esenciales como peptonas, grasas emulsionadas y glucosa. Las paredes del intestino delgado absorben el quilo, que se transporta a través de los vasos linfáticos hacia el torrente sanguíneo, donde la sangre lo distribuye a los órganos del cuerpo.

El intestino grueso

Cuando el quilo ha sido absorbido, los residuos pasan al intestino grueso a través de la válvula ileocecal, que conecta el intestino delgado con el ciego. Esta válvula permite el paso de las materias fecales hacia el intestino grueso, impidiendo su retorno.

El ciego tiene un apéndice vermiforme que, aunque parece no tener una función específica, algunos fisiólogos creen que pudo ser útil en etapas tempranas de la evolución. Cuando este apéndice se inflama, se produce la conocida y peligrosa enfermedad llamada apendicitis.

El intestino grueso se divide en tres partes principales:

  Colon ascendente: situado en el lado derecho del abdomen.

 Colon transverso: que pasa por encima del intestino delgado.

 Colon descendente: ubicado en el lado izquierdo del abdomen, terminando en la flexura sigmoidea antes de convertirse en el recto.

El recto, última porción del intestino grueso, concluye en el ano, por donde se eliminan los excrementos durante la defecación.

El intestino grueso actúa como una cloaca que recoge los desechos de la digestión. Cuando se obstruye o pierde su capacidad de movimiento peristáltico, pueden surgir problemas como estreñimiento, enterocolitis o diarreas, dependiendo de las condiciones de las heces.

Riesgos del estreñimiento

Cuando el colon no elimina adecuadamente los residuos, sus paredes internas, que son absorbentes, reabsorben sustancias tóxicas de las heces retenidas, lo que puede provocar diversas enfermedades. Este fenómeno es similar al de una cloaca obstruida que devuelve los desechos al sistema.

La mayoría de las personas no son conscientes de los riesgos asociados con el estreñimiento y la importancia de mantener una regularidad en la evacuación. El colon es, literalmente, un semillero de enfermedades si no se mantiene saludable.


Capítulo 5

Obstrucción Intestinal

Este capítulo requiere una lectura cuidadosa debido a la gran importancia que tiene para el bienestar físico lo que vamos a exponer, aunque pueda no ser un tema agradable. Por esta razón, aconsejamos estudiarlo detenidamente, con el objetivo de superar cualquier rechazo inicial y comprender su relevancia.

Hablaremos de la cloaca colectora que todos llevamos en nuestro organismo y que, por ignorancia de las leyes naturales, muchas personas convierten en una letrina tóxica.

Cuando la cloaca intestinal no funciona adecuadamente, ya sea por incomprensión o descuido, puede causar numerosos trastornos y enfermedades que afectan gravemente la salud.

Dolencias como cefaleas, acidez de estómago, dispepsia, indigestión, aliento fétido, erupciones cutáneas, lengua saburral, sudor maloliente, nerviosismo y estados febriles, entre otros, son consecuencia de una cloaca intestinal que acumula desechos tóxicos.

Si alguien duda de esta afirmación, le sugerimos estudiar este capítulo hasta el final. Con ello, seguramente disipará cualquier escepticismo.

El intestino grueso, especialmente el colon y sus tres sectores (ascendente, transverso y descendente), suele estar limpio y funcionando correctamente en los animales y en personas con hábitos saludables. Sin embargo, en la mayoría de las personas que se consideran civilizadas, el colon raras veces opera de forma normal.

Se calcula que alrededor del 70% de estas personas padecen, en mayor o menor medida, estreñimiento o constipación.

Estudios hospitalarios muestran que, de 500 autopsias realizadas, solo 50 colon estaban en condiciones normales. En los demás, se encontraron obstrucciones de materias fecales endurecidas.

Los yoguis de la India han conocido este problema durante siglos, y la patología moderna también lo reconoce hoy en día.

Observaciones médicas sobre el colon

Estudios clínicos han demostrado que el colon tiene una sorprendente capacidad para retener desechos. Las acumulaciones pueden alcanzar volúmenes enormes, distendiendo las paredes intestinales y comprimiendo órganos cercanos, lo que genera síntomas que pueden confundirse con problemas hepáticos o renales.

En algunos casos, el peso del colon lleno puede hacer que el colon transverso descienda hacia la pelvis, complicando aún más el cuadro clínico.

Las heces acumuladas durante semanas, meses o incluso años pueden endurecerse al punto de ser confundidas con cálculos biliares. Estas acumulaciones no solo provocan estreñimiento, sino que también pueden causar infecciones graves y otros trastornos intestinales.

Riesgos del estreñimiento crónico

El colon no solo actúa como un sistema de eliminación de desechos, sino que también puede reabsorber toxinas de las heces retenidas, introduciéndolas nuevamente en el organismo. Esto puede compararse al efecto de una cloaca obstruida que devuelve los desechos al sistema.

Cuando las heces son de color oscuro o negruzco, indican que han estado retenidas durante mucho tiempo, lo que puede ser un signo de obstrucción intestinal crónica.

La absorción de las heces a través de la mucosa del intestino grueso puede generar diversas enfermedades, entre las que se encuentran la anemia, el mal aliento, erupciones en la piel, trastornos cardíacos, fiebre, vértigos, jaquecas, entre otras.

La excesiva distensión del intestino ciego y del asa sigmoidea del colon puede provocar hidropesía, entumecimiento de las piernas y calambres.

Todo lo expuesto demuestra que la necesidad del baño interno surge como consecuencia del incumplimiento de las leyes fundamentales de la Naturaleza en relación con las evacuaciones intestinales. Los hábitos erróneos de la vida moderna son los principales responsables de este problema, pues el hombre primitivo, al vivir en contacto directo con la Naturaleza, al igual que los animales salvajes, no sufría los trastornos derivados de la acumulación de heces en el intestino grueso.

Sin embargo, dado que vivimos bajo las condiciones impuestas por una civilización que ha ignorado estas leyes naturales, es indispensable que la ciencia ofrezca una terapéutica capaz de tratar la obstrucción intestinal y prevenir su recurrencia.

Las acumulaciones más peligrosas en el intestino suelen ser las de menor tamaño, ya que inicialmente no producen molestias y pasan desapercibidas. Muchas personas las tienen sin sospecharlo, hasta que un incidente repentino acelera sus efectos nocivos.

Estas personas suelen sentirse satisfechas con evacuar diariamente, pero su piel de tono cetrino, su lengua cubierta de saburra y, sobre todo, el aspecto anómalo de sus deposiciones, son signos claros de que padecen estreñimiento.

La evacuación diaria no garantiza que el intestino grueso esté libre de acumulaciones fecales, pues, paradójicamente, algunos de los casos más graves de estreñimiento se han presentado en personas que evacuaban diariamente.

El color de las deposiciones es un indicador clave para diagnosticar la acumulación intestinal.

La peor consecuencia de un intestino grueso obstruido es que se convierte en un semillero de innumerables gérmenes patógenos que, al ser absorbidos por la sangre a través de la mucosa del colon, contaminan todos los órganos del cuerpo.

Investigadores destacados, dedicados al estudio de esta crucial cuestión, han descubierto que la mayoría de las condiciones patológicas del organismo humano, que desembocan en diversas enfermedades, son en realidad síntomas de una única causa básica: los gérmenes patógenos que se desarrollan en las acumulaciones fecales putrefactas del intestino grueso.

Estos gérmenes, generados en las acumulaciones intestinales, son absorbidos por la mucosa del colon y transportados por la sangre, que los dispersa por todo el cuerpo, sembrando enfermedades, dolor y destrucción en los órganos.

Por ello, es mucho más sensato combatir directamente la causa raíz de estos trastornos, en lugar de enfocarse únicamente en los síntomas, eliminando las condiciones que los originaron.

Es imposible disfrutar de una salud plena mientras se lleve en el organismo una cloaca interna oculta, repleta de emanaciones tóxicas que afectan todo el cuerpo.

¿Qué pensaríamos de una ciudad cuya red de alcantarillado esparciera gases pútridos y pusiera en peligro la salud de sus habitantes? ¿Por qué no aplicar la misma lógica a nuestra higiene personal y desinfectar la cloaca intestinal que la mayoría de las personas lleva consigo?

La razón principal de este descuido suele ser la falta de conocimiento sobre la verdadera condición del cuerpo, lo que hace indispensable arrojar luz sobre este tema para que quienes lo necesiten puedan corregir sus problemas y recuperar un estado de salud normal.

No basta con combatir los síntomas comunes del estreñimiento. Debemos evitar la contaminación de la sangre y la acumulación de toxinas en el sistema, ya que estas afectan la fuente misma de la vida fisiológica.

La acumulación de desechos en el intestino grueso repercute negativamente en el estómago y el intestino delgado, provocando indigestión y dispepsia al bloquear el paso natural de los alimentos a través del sistema digestivo.

Cuando los alimentos permanecen más tiempo del necesario en el estómago y en el intestino delgado debido a la obstrucción del intestino grueso, están expuestos a procesos de fermentación y acidez, lo que produce flatulencias molestas, hiperclorhidria y otros trastornos digestivos.

Además, el hígado y los riñones, órganos fundamentales para la eliminación de desechos, se ven afectados, y su funcionamiento se entorpece. Esto puede desencadenar fiebre y llevar al organismo a sucumbir ante las condiciones tóxicas.

Aunque la Naturaleza utiliza los riñones y la piel para eliminar desechos, estos órganos terminan sobrecargados y fatigados, lo que resulta en erupciones cutáneas como granos, costras, verrugas y lesiones herpéticas.

Todo esto tiene su origen en la falta de atención al intestino grueso, que en estas circunstancias actúa como una cloaca desatendida.

Para que los síntomas desaparezcan, basta con desinfectar adecuadamente el colon.

En conclusión, un intestino grueso obstruido y contaminado provoca septicemia, es decir, un envenenamiento general de la sangre.

Y dado que la sangre es la fuente de nutrición para todo el organismo, el manantial de la vida fisiológica, resulta evidente que, si conseguimos eliminar los tóxicos que contaminan ese manantial, el fluido vital circulará libre y puro, proporcionando fuerza, salud y vigor en lugar de enfermedad, dolor y muerte.

Este tema es suficientemente importante como para merecer la atención de todos aquellos que consideran la salud como el mayor bien de la vida física.

La medicina alopática contemporánea acierta en parte al recomendar que se mantenga el "vientre libre", pero, a nuestro parecer, se equivoca en los métodos que propone para garantizar el correcto funcionamiento del tubo digestivo, y en particular, de los intestinos.

Ahora que hemos explicado las condiciones que generan este problema, analicemos cuáles pueden ser los remedios adecuados.


Capítulo 6

El Baño Interno

La mayoría de las personas, tras convencerse de la verdad de los hechos expuestos en el capítulo anterior, se apresurará a hacer lo necesario para normalizar el funcionamiento de sus intestinos.

Sin embargo, es posible que, en lugar de recurrir a métodos saludables, opten por laxantes, purgantes, píldoras, jarabes, aguas minerales y otros medicamentos de la farmacopea alopática. Esta inclinación natural se debe a que desde la infancia se nos ha enseñado que existen medicamentos capaces de "limpiar" los intestinos.

Pero este no es el mejor tratamiento. Existen alternativas mucho más eficaces, como veremos a continuación.

La verdad sobre los purgantes

¿Qué es una medicina catártica? Algunos dirán que es un purgante suave. Pero, ¿qué es un purgante? Es, según el entendimiento común, un medicamento que "purgará" el organismo. ¿Y qué significa purgar? Limpiar los intestinos mediante evacuaciones frecuentes.

Esto de "limpiar los intestinos" puede parecer satisfactorio en teoría, pero la pregunta clave es: ¿realmente los purgantes limpian los intestinos?

Aunque esta pregunta pueda parecer ridícula para muchos, quienes hayan investigado este tema en profundidad saben que no lo es. De hecho, la respuesta sorprenderá a la mayoría.

Existe la creencia generalizada de que un purgante actúa de forma misteriosa, eliminando por completo las heces acumuladas en el intestino. Pero esto no es cierto. Un purgante no tiene la capacidad intrínseca de remover las heces por reacciones químicas o mecánicas.

Lo que realmente sucede es que el purgante contiene sustancias irritantes para el estómago y los intestinos. Estas sustancias generan una respuesta del organismo que, al tratar de deshacerse de lo que percibe como dañino, produce ciertos fluidos que lubrican las mucosas y provocan contracciones en las paredes del tubo digestivo para expulsarlas.

El efecto del purgante no es más que una reacción instintiva del organismo para eliminar una sustancia extraña y perjudicial, del mismo modo que el cuerpo expulsa toxinas a través de los riñones o la piel.

El individuo siente la acción del purgante como dolores o retortijones similares a los provocados por un veneno, ya que el purgante no es otra cosa que un veneno de baja intensidad.

Al expulsar el purgante, el cuerpo también elimina una cantidad de heces ablandadas por los fluidos segregados. Pero este procedimiento no limpia completamente un intestino grueso semiobstruido.

Los peligros del uso de purgantes

El uso frecuente de purgantes es perjudicial por varias razones. Los purgantes irritan el estómago y los intestinos, haciendo que estos órganos pierdan la capacidad de realizar sus funciones de manera espontánea y natural.

Cuando los intestinos se habitúan al uso constante de purgantes, ya no pueden funcionar sin la estimulación artificial de píldoras, jarabes o pastillas.

Además, la acción revulsiva de los purgantes obliga al organismo a segregar humores para combatir las sustancias nocivas, lo que agota la energía vital del sistema. Esto explica por qué, tras tomar un purgante, muchas personas experimentan debilidad y letargo.

Esta debilidad no se debe al acto de evacuar, ya que este suele producir una sensación de alivio. Más bien, se debe al desgaste energético causado por la lucha del organismo contra el purgante.

La limpieza incompleta del intestino grueso

Por último, como ya se mencionó en el capítulo anterior, aunque el intestino grueso parezca estar libre de obstrucciones, puede contener acumulaciones de heces en sus cavidades. Los purgantes no tienen la capacidad de eliminar estas acumulaciones por completo.

Una persona puede evacuar diariamente y, aun así, padecer estreñimiento o constipación.

También es posible que un individuo siga constipado incluso después de haber superado una enfermedad grave. Esto se debe a que el estreñimiento implica un retraso y una dificultad en el tránsito de las heces, pero no necesariamente su imposibilidad para pasar a través de los tres sectores del intestino grueso.

El organismo, en su esfuerzo por eliminar las heces, abre un pequeño canal en medio de la masa acumulada, permitiendo así una evacuación diaria. Cuando se ingiere un purgante, este atraviesa dicho canal, arrastrando una parte de las heces endurecidas, pero sin limpiar por completo el intestino.

Por lo tanto, está claro que es necesario hacer algo más para liberar el intestino grueso de las heces endurecidas que lo obstruyen.

Para lograrlo, es imprescindible limpiar completamente la cloaca intestinal.

Si tenemos un caño, tubo o conducto que presenta incrustaciones dañinas, ¿qué hacemos? La respuesta es sencilla: lo limpiamos con chorros de agua, alcohol u otro líquido disolvente.

De igual manera, si la cloaca intestinal, que ocupa casi la mitad de la cavidad abdominal, está llena de heces que aumentan día a día, cuyas emanaciones infectan el aliento y afectan al organismo entero, ¿qué debería hacerse? La respuesta es evidente: limpiar la cloaca con chorros de agua.

Esto es precisamente lo que se consigue con el baño interno, cuyo procedimiento explicaremos a continuación.

En las últimas dos décadas, el principio del baño interno o irrigación intestinal ha despertado gran interés entre los higienistas occidentales y el público en general.

Son muchos quienes en los Estados Unidos se atribuyen la invención del baño interno, aunque es probable que hayan llegado a esta práctica de forma independiente unos de otros, compartiendo así el mérito.

Sin embargo, esta "invención" o "descubrimiento" no es más que el redescubrimiento de un principio ya conocido y practicado desde hace siglos por los indos y otros pueblos orientales.

Existe una curiosa teoría que sostiene que los arios primitivos aprendieron el procedimiento del baño interno observando a ciertas aves de pico largo en los países orientales. Estas aves empleaban esta técnica para aliviar el estreñimiento causado por el consumo de ciertas bayas indigestas de algunos arbustos locales.

Un antiguo autor respalda esta idea, afirmando que los arios aprendieron la práctica del baño interno de un ave que habitaba las orillas del Ganges. Se observó a esta ave sumergir su pico en el río, llenarlo de agua y realizarse una lavativa para aliviarse.

Asimismo, se dice que esta costumbre ha sido observada en varias especies de agachadizas. Plinio, el naturalista, menciona que esta práctica de las aves inspiró a los médicos egipcios para idear la lavativa, conocida técnicamente como clister o enema. Algunos historiadores chinos hacen afirmaciones similares respecto a su propio país.

Parece, entonces, que la práctica del clister es universal, ya que incluso estas aves la realizaban siglos antes de la aparición del hombre sobre la tierra.

No obstante, existe una gran diferencia entre los clisteres occidentales, que inyectan agua en los intestinos mediante una jeringa o irrigador, y el método peculiar de los yoguis orientales.

El clister occidental habitual consiste en inyectar una pequeña cantidad de agua fría, tibia o caliente, dependiendo del caso, en el recto, a menudo mezclada con una sustancia medicamentosa o similar. Este procedimiento solo limpia la última porción del intestino grueso y una pequeña parte inferior del colon.

Por ahora podemos afirmar que este método es más saludable que la administración de purgantes, pero el método indo va mucho más allá y produce resultados superiores.

El baño interno, también conocido como irrigación intestinal, consiste en introducir uno o dos litros de agua caliente en el intestino grueso, permitiendo que el chorro alcance el colon. Esto ayuda a remover los grumos de materias fecales que envenenan el organismo, mientras proporciona un suave baño de humedad a los riñones.

El procedimiento puede parecer tan sencillo que, quien no ha estudiado el problema, podría suponer que los médicos e higienistas occidentales no habrían ignorado o rechazado un tratamiento tan simple si no presentara algún inconveniente grave.

Sin embargo, la sencillez es precisamente el sello de la verdad. Y, aunque por su simplicidad los terapeutas occidentales no hubieran concebido este procedimiento, hace algunos años comenzaron a percatarse de los graves peligros para la salud que representaban la obstrucción intestinal y la acumulación de materias fecales endurecidas en las cavidades internas del colon.

Los pocos médicos e higienistas que analizaron profundamente esta cuestión inicialmente fueron objeto de burla y ridículo debido a las rígidas normas de la práctica convencional. Sin embargo, con el tiempo, un renovado interés por el tema llevó a los profesionales a reconsiderarlo, convencidos de la eficacia de este método.

En los Estados Unidos, muchas personas que siguen la terapéutica de Thompson, basada en provocar sudoración y vómito, también han adoptado el enema abundante de agua caliente mediante el uso de jeringas. Algunos incluso emplean modernos aparatos que utilizan la presión del agua, logrando mayor eficacia y rapidez en el procedimiento.

Mientras que la cantidad usual de agua utilizada era medio litro, algunos de los más audaces llegaron a emplear hasta un litro completo, aunque esta dosis era considerada excesiva por los médicos de la época.

El doctor Joel Shew, hacia 1850, recomendó en su Manual de Hidroterapia el uso de inyecciones copiosas de agua, de manera que llenaran buena parte del colon. Según manifestaba:

"La completa irrigación de la parte inferior del colon estimula los movimientos peristálticos. Además, la absorción y trasudación del agua reblandecen y diluyen las heces, permitiendo que las tres porciones del intestino grueso queden libres y se facilite la defecación sin dificultad."

Sin embargo, antes del doctor Shew, en 1825, el destacado hidroterapeuta doctor Priessnitz ya había descrito los beneficios obtenidos con este método.

A pesar de sus aportes, estos precursores de la moderna hidroterapia no comprendieron plenamente el principio clave de los higienistas indos: la frecuencia con la que las heces tienden a acumularse peligrosamente en el intestino grueso.

El enfoque de estos pioneros se limitaba principalmente a la parte inferior del colon, en particular al asa sigmoidea o curvatura que conecta el colon con el recto. Por lo tanto, aunque su método tenía ciertos beneficios, solo incidía de forma parcial y ocasional en el foco real del problema.

Quizás el primero en comprender en Occidente la verdadera importancia y eficacia del tratamiento fue el doctor neoyorquino Wilford Hall, un científico y clérigo autor de numerosas obras científicas, filosóficas y religiosas.

Al enfrentarse a un deterioro de su salud, el doctor Hall exploró diversos tratamientos sin éxito hasta que, casi por casualidad, centró su atención en el estado de sus intestinos. Fue entonces cuando descubrió el origen de sus dolencias.

Comenzó a tratarse mediante hidroterapia y obtuvo resultados asombrosos. En muy poco tiempo, recuperó su fuerza y vitalidad. Posteriormente, aplicó el mismo tratamiento a familiares y amigos, obteniendo idénticos resultados positivos.

Por último, considerando que su descubrimiento podría ser de utilidad pública, y con el característico espíritu comercial de los norteamericanos, el doctor Wilford Hall publicó en 1880 un folleto titulado Sistema terapéutico del Dr. A. Wilford Hall, del cual vendió miles de ejemplares.

Gracias a la difusión del doctor Hall, miles de familias aprendieron el procedimiento de la irrigación intestinal. Sin embargo, aún quedan millones de personas que lo desconocen y que nunca han oído hablar de él.

Como suele ocurrir con toda novedad, algunos de los defensores más fanáticos de la irrigación intestinal llevaron el procedimiento al extremo, cayendo en el abuso. Estos partidarios afirmaban que no era necesario preocuparse por el movimiento natural de los intestinos, confiando completamente en la administración de enemas una o dos veces por semana para mantener el intestino limpio.

Debemos rechazar enérgicamente este abuso, considerándolo tan perjudicial como la costumbre de purgarse frecuentemente. Hacemos un llamamiento a evitar este tipo de fanatismo, ya que mucho se pierde y nada se gana al apartarse de los métodos y procedimientos naturales.

Si los seres humanos vivieran de acuerdo con las leyes de la Naturaleza, no necesitarían recurrir a la irrigación intestinal. Pero, dado que han permitido la conducción antinatural que lleva al embotamiento del colon, deben emplear el método más eficaz para recuperar la normalidad en el organismo.

No conocemos ningún procedimiento tan efectivo como el baño interno o irrigación intestinal, y por ello recomendamos su uso.

Sin embargo, una vez alcanzada la normalidad intestinal, debe prescindirse de la irrigación y permitir que el organismo realice su función de manera natural, ayudado por una adecuada cantidad de fluidos cuya secreción sea favorecida por el agua consumida a lo largo del día, como explicamos en un capítulo anterior.

Por lo tanto, no recomendamos el uso constante del baño interno o irrigación intestinal. Al contrario, solo debe practicarse cuando existan indicios claros de acumulación de heces en el intestino grueso, especialmente en el colon.

Antes de que el organismo pueda recuperar su funcionamiento normal, es necesario realizar una limpieza intestinal adecuada para que el proceso final de la digestión ocurra de manera correcta.

El procedimiento para administrar el baño interno o la irrigación intestinal es muy sencillo.

Aquellos que están habituados a administrarse enemas o a aplicarlos a otros no requieren mayores instrucciones. Sin embargo, quienes no han tenido experiencia previa con el manejo de la jeringa pueden necesitar algunas indicaciones específicas.

Es importante señalar que quienes ya estén familiarizados con los enemas tradicionales deben comprender que existe una diferencia fundamental entre las teorías que sustentan ambos métodos.

En el antiguo método de administrar un enema, la idea central era que las heces estaban acumuladas en el recto y en el asa sigmoidea del colon. Por esta razón, los antiguos hidroterapeutas consideraban suficiente el uso de medio litro de agua para desprender las heces endurecidas que suponían retenidas en el recto.

El recto y el asa sigmoidea pueden irrigarse de manera eficaz utilizando de medio litro a un litro de agua caliente, capacidad que coincide aproximadamente con el espacio que ocupa esa porción del intestino grueso entre el ano y un poco más allá del asa sigmoidea.

Los primeros hidroterapeutas dudaban de que el agua pudiera alcanzar esta zona sin aplicar una fuerte presión y, en cualquier caso, consideraban inconveniente utilizar esa presión, ya que asumían que la acumulación de heces se limitaba a las porciones del intestino a las que llegaba el agua inyectada.

El objetivo principal del enema tradicional es limpiar el recto. En este procedimiento, se inyecta aproximadamente medio litro de agua, que se evacua poco después arrastrando las materias fecales acumuladas en el recto.

En contraste, la irrigación intestinal tiene como propósito introducir gradualmente el agua, permitiendo que esta alcance todas las porciones del intestino grueso y se mantenga el tiempo suficiente para ablandar y diluir las heces incrustadas en las paredes del colon.

Procedimiento de la irrigación intestinal

La posición del cuerpo durante la irrigación depende de la preferencia del individuo. Algunos optan por arrodillarse, mientras que otros prefieren acostarse. En este último caso, se recomienda la posición de decúbito derecho, ya que facilita el flujo del agua por las tres partes del colon en la cavidad abdominal.

La punta de la goma o de la jeringa debe lubricarse con aceite de oliva o vaselina para reducir la fricción al introducirla en el ano. Una vez colocada, se inyecta lentamente el agua caliente, tan caliente como el individuo pueda soportar.

Para quienes realizan el procedimiento por primera vez, puede ser difícil retener el agua debido a la sensación inmediata de evacuar. Sin embargo, con un poco de voluntad y manteniendo la posición durante unos minutos después de la inyección, será posible retenerla el tiempo necesario para que surta efecto.

Si la necesidad de evacuar es irresistible, se puede liberar el agua inicialmente inyectada, que arrastrará una parte de las heces acumuladas. Luego, se repite la irrigación para continuar con el proceso.

En la primera inyección, un litro de agua es suficiente. Durante los tres minutos de espera para la segunda inyección, se puede realizar un masaje abdominal suave, amasando el abdomen de derecha a izquierda para despegar las heces adheridas a las paredes del colon.

Horarios y temperatura del agua

El mejor momento para aplicar la irrigación es por la noche, antes de acostarse, aunque algunas personas prefieren hacerlo por la mañana al levantarse.

El agua debe estar tan caliente como la persona pueda tolerar. No es necesario especificar una temperatura exacta, pero un método práctico consiste en sumergir el codo desnudo en el agua: si no quema, es adecuada.

Es importante inyectar el agua lentamente, dando tiempo a que llene el intestino. Aunque al principio pueda parecer que ya no cabe más agua después de la primera inyección, tras el masaje abdominal se podrá añadir más cantidad.

Resultados del tratamiento

Diez minutos después de completar el procedimiento, el individuo sentirá la necesidad de evacuar. Durante las primeras sesiones, puede sorprenderse o incluso disgustarse al observar las deposiciones. Estas pueden incluir grumos de heces añejas, cubiertas de una capa verdosa y con un olor desagradable, o masas negras como carbón, lo que confirma el peligro de las heces retenidas por largos periodos en el intestino grueso.

Con el tiempo, también se notará un aumento en la cantidad de orina, ya que las paredes del colon trasudan parte del agua inyectada, que es absorbida por los riñones.

Algunos hidroterapeutas recomiendan, tras la evacuación final, inyectar una pequeña cantidad de agua caliente y retenerla durante el mayor tiempo posible. Esto permite que las paredes del colon, ya limpias, trasuden el agua con mayor facilidad, maximizando sus beneficios.

En casos de estreñimiento persistente o de un colon congestionado, se puede añadir al agua caliente una cucharada de glicerina. Este aditivo ayuda a ablandar las heces endurecidas y a lubricar las paredes intestinales, facilitando el proceso.

Dudas comunes

Algunos preguntan si el baño interno podría debilitar el organismo. La respuesta, basada en la amplia experiencia de numerosos hidroterapeutas, es que este tratamiento, lejos de debilitar el organismo, produce efectos muy saludables. Todos aquellos que lo emplean notan un aumento considerable de vitalidad, mayor tranquilidad de ánimo, entusiasmo por el trabajo y una renovada alegría de vivir, gracias a que las condiciones normales del organismo han sido restablecidas.

En lugar de debilitar el intestino grueso, el tratamiento ayuda a restaurar su función natural, eliminando las acumulaciones que lo obstruían.

Frecuencia recomendada

Una pregunta común es con qué frecuencia debe aplicarse este tratamiento. El método yogui es el siguiente:

Al principio, debe realizarse tres días seguidos.

Posteriormente, se aplica tres veces más, pero dejando un día de descanso entre cada sesión.

Después, se realiza cada tres días durante tres sesiones adicionales.
Finalmente, se aplica tres veces más, con una frecuencia semanal.

Concluido el tratamiento, las condiciones normales del intestino deberían estar ya restablecidas. A partir de entonces, siguiendo las recomendaciones de capítulos anteriores, como beber dos litros de agua diariamente, el individuo podrá mantener sus intestinos en buen estado.

Aquellas personas que no realizan suficiente ejercicio, no tienen tiempo para la gimnasia doméstica o llevan una vida sedentaria o demasiado urbana, deberían realizar el baño interno una vez al mes. Para no olvidar el tratamiento, es útil fijar una fecha específica del mes.

Sugerencias adicionales

Algunos hidroterapeutas recomiendan que, tras evacuar el agua y las heces acumuladas, se vuelva a inyectar una pequeña cantidad de agua (alrededor de medio litro) a temperatura ambiente. Este segundo paso tiene como objetivo fortalecer el intestino grueso y las áreas adyacentes.

Se sabe que las fricciones o duchas de agua fresca después de un baño caliente, como las realizadas en los baños turcos, son muy revitalizantes para el organismo. Aunque no es indispensable seguir este paso en la irrigación intestinal, quienes lo prefieran pueden hacerlo sin inconvenientes.

Precauciones

En caso de duda respecto a la correcta aplicación del tratamiento, es aconsejable consultar con un hidroterapeuta experto. Como ocurre con todos los agentes naturales, el agua también puede conllevar ciertos riesgos si no se utiliza adecuadamente. Por lo tanto, es fundamental asegurarse de aplicar el tratamiento de manera correcta para obtener sus beneficios sin ningún perjuicio.


Capítulo 7

Funciones de la piel

La mayoría de las personas que desconocen la estructura fisiológica de su cuerpo creen que la piel es únicamente una capa externa destinada a actuar como una especie de armadura para proteger los tejidos blandos internos y evitar su contacto con sustancias irritantes.

Sin embargo, la piel es un órgano tan importante como cualquier otro, ya que todos los órganos del cuerpo desempeñan funciones indispensables para mantener la vida fisiológica.

Funciones principales de la piel

1.    Cubrir y proteger los órganos internos del cuerpo.

2. Transmitir al cerebro, a través de los nervios, las percepciones del sentido del tacto.

3.    Regular la temperatura corporal.

4.    Excretar parte de las impurezas de la sangre.

5.  Absorber las sustancias asimilables con las que entra en contacto.

6. Participar en una respiración lenta, denominada transpiración, como complemento de la función pulmonar.

Una función integral

Estas seis funciones, que la piel realiza de manera asombrosa sin que una interfiera con las otras, son un valioso apoyo para los riñones, los intestinos, los pulmones, el hígado y otros órganos del sistema.

Los fisiólogos más destacados afirman que la piel es una barrera poderosa frente a las sustancias nocivas, tanto desde el exterior como desde el interior del cuerpo.

La piel está formada por dos capas distintas:

1.    La dermis, o verdadera piel.

2.    La epidermis, también conocida como cutis.

La dermis o verdadera piel

Es la capa interna de la piel, situada debajo de la epidermis. Está compuesta por una densa malla reticular que contiene:

  • Terminaciones nerviosas.
  • Glándulas sudoríparas.
  • Folículos pilosos.
  • Fibras musculares.
  • Vasos capilares sanguíneos y linfáticos.

La dermis se apoya en el tejido subcutáneo, que contiene grasa, fibras musculares, vasos linfáticos, vasos sanguíneos y nervios.

La epidermis o cutis

Es la capa externa que se extiende sobre la dermis. Está compuesta exclusivamente por células, sin fibras musculares, nervios, vasos linfáticos ni sanguíneos.

Algunas células de la epidermis forman la capa pigmentaria, responsable del color característico de la piel. Estas células se renuevan con frecuencia:

  • Las células muertas se desprenden en forma de escamas.
  • Estas son reemplazadas por células nuevas generadas en la dermis, que empuja dichas células hacia la superficie.
  • Las nuevas células se endurecen según la complexión de cada individuo.

Dado que la epidermis carece de nervios, es insensible. Por ello, puede cortarse o pincharse sin causar dolor ni derramar sangre, ya que no tiene vasos sanguíneos.

Cuando se experimenta dolor o sangrado al pincharse con un alfiler o cortarse con un cuchillo, es porque la lesión atravesó la epidermis y alcanzó la dermis.

Aunque la epidermis parece mantenerse intacta, en realidad se renuevan miles de sus células diariamente. Estas células son tan pequeñas que solo se perciben cuando se acumulan en grandes cantidades y forman escamas visibles que se desprenden, lo que comúnmente se conoce como "mudar la piel".

La función protectora de la piel

La elasticidad, suavidad y resistencia de la piel hacen que proteja de manera eficaz los tejidos blandos y delicados del interior del cuerpo.

Además, la piel nos permite experimentar diversas sensaciones a través del sentido del tacto. Millones de terminaciones nerviosas sensoriales concluyen en la piel, y es gracias a ellas que podemos percibir el contacto directo con los objetos del entorno.

Gracias a las terminaciones nerviosas de la piel, podemos distinguir si un objeto es duro o blando, áspero o liso, frío o caliente, así como identificar otras cualidades y el grado de resistencia de cada cosa.

La piel cuenta con puntos específicos que detectan frío y otros que perciben calor. La fisiología ha estudiado a fondo estos puntos, revelando datos curiosos que solo mencionamos de pasada, ya que no son el foco de esta obra.

Resistencia y adaptabilidad de la piel

La piel es extremadamente flexible y, al mismo tiempo, muy resistente. Repara con rapidez cualquier pérdida o daño, reemplazando constantemente las células muertas por nuevas.

Actúa como una armadura perfecta, diseñada de manera admirable para cumplir con su función protectora.

La capacidad de la piel para transmitir al cerebro las sensaciones táctiles a través de los nervios demuestra una notable adaptación al propósito para el cual fue diseñada. Por ello, se considera el verdadero órgano del sentido del tacto.

Regulación de la temperatura

La piel desempeña un papel crucial en la regulación de la temperatura corporal. Su amplia red de vasos sanguíneos puede, si es necesario, retener hasta la mitad de la sangre que circula por el cuerpo, protegiéndolo así de los efectos de un frío extremo.

Un claro ejemplo de esta función es la "reacción" o flujo de sangre hacia la periferia de la piel después de un baño o ducha fría, lo que genera una sensación de calor y vigor.

Por otro lado, la transpiración es fundamental para refrescar el cuerpo en climas cálidos. A través de la evaporación del sudor, la piel logra regular la temperatura, especialmente en verano.

En condiciones normales, el cuerpo excreta entre un cuarto y medio litro de sudor en 24 horas. Sin embargo, en situaciones extremas, como el trabajo en hornos o al aire libre durante el verano, la transpiración puede alcanzar entre uno y dos litros y medio por hora.

Eliminación de residuos

La piel también expulsa parte de los desechos del organismo, contribuyendo a la eliminación de sustancias tóxicas.

Aunque la mayoría de los residuos se eliminan a través del intestino grueso y los riñones, la piel también desempeña un papel importante, eliminando impurezas tanto a través de la transpiración como en el proceso respiratorio, mediante la espiración.

Este órgano fascinante alberga aproximadamente tres millones de glándulas sudoríparas, que, si se colocaran en fila, alcanzarían una longitud de cerca de ocho kilómetros.

Los desechos de todas las partes del cuerpo son transportados a las venas, cuya sangre, cargada de impurezas, es purificada parcialmente en los pulmones. Durante la inspiración, el oxígeno transforma la sangre venosa en sangre arterial, "quemando" algunas de estas toxinas.

Los riñones segregan constantemente una parte de las impurezas de la sangre, expulsándolas en forma de orina. Otra parte de esos desechos es eliminada a través de la piel, en forma de transpiración.

Cuando los riñones están débiles o trabajan de manera insuficiente, la piel asume parte de su función y aumenta su trabajo de eliminación. Las glándulas sudoríparas filtran agua de la sangre, disolviendo en ella los desechos, que luego son expulsados a través de los poros de la piel, esos diminutos agujeros que la acribillan.

En condiciones normales, la transpiración es imperceptible, salvo cuando el calor, el esfuerzo físico intenso o la nerviosidad la hacen visible, cubriendo la piel de gotas de sudor que, en ocasiones, se agrupan y fluyen en forma de pequeños chorros.

Si el clima es seco, la transpiración se evapora rápidamente, incluso en verano, por lo que apenas se nota. Sin embargo, en climas húmedos, la evaporación disminuye, provocando una sensación sofocante.

Composición de la transpiración

El sudor, al ser analizado químicamente, contiene residuos orgánicos y materias excrementicias similares a las de la orina. Estos desechos son tóxicos, y el organismo se esfuerza en expulsarlos.

Cuando el intestino grueso, especialmente el colon, está obstruido o sobrecargado de materia fecal, la transpiración adquiere un olor desagradable, ya que elimina parte de esas impurezas que deberían ser evacuadas por los intestinos.

Importancia de una piel limpia

Es fundamental mantener la piel limpia y saludable para que pueda cumplir adecuadamente sus diversas funciones, todas indispensables.

Muchas enfermedades contagiosas tienen su origen en dos factores combinados: una cloaca intestinal hedionda y la obstrucción de los poros debido a la falta de higiene.

Absorción a través de la piel

La piel también tiene la capacidad de absorber ciertas sustancias con las que entra en contacto, lo que explica los tratamientos hidroterápicos basados en la ósmosis. Esta propiedad permite que el agua y otros líquidos atraviesen la membrana de la piel en procesos de endósmosis y exósmosis, de los cuales hablaremos más adelante.

Función respiratoria de la piel

La piel complementa la función de los pulmones al absorber oxígeno y exhalar anhídrido carbónico, aunque en menor medida. Algunos fisiólogos afirman que realiza aproximadamente una quincuagésima parte de la función respiratoria.

En personas que viven desnudas, como ciertos pueblos indígenas, la piel desempeña un papel mucho más significativo en la respiración que en individuos de sociedades civilizadas, donde el uso de ropa limita esta función. De hecho, se ha observado que vestir a los indígenas con ropa occidental puede provocar enfermedades, incomodidad e incluso la muerte.

Función auto lubricante de la piel

La piel también segrega un fluido oleaginoso que la mantiene suave y flexible. En personas sanas y aseadas, este fluido cumple su función y se evapora rápidamente. Sin embargo, si se descuida la higiene, este líquido se espesa y se mezcla con el sudor y los desechos de la transpiración, formando una capa que embadurna la piel, obstruye los poros y dificulta sus funciones.

El baño: una necesidad básica

De ahí la importancia de los baños regulares para limpiar la piel, algo que puede resultar complicado en lugares donde el agua es escasa o las viviendas no cumplen con las condiciones higiénicas necesarias.

El baño no es un lujo, sino una necesidad básica de la vida.

A buen entendedor, pocas palabras.


Capítulo 8

El baño científico

Desde tiempos inmemoriales, los pueblos de la India han utilizado el baño como un medio para estimular, conservar, mejorar y recuperar la salud.

En realidad, el baño puede considerarse como un instinto primigenio del ser humano.

El hombre primitivo no se bañaba con la intención deliberada de higienizar su cuerpo, sino que lo hacía por una inclinación natural, surgida de las profundidades de su subconsciente, que lo impulsaba a sumergirse en lagos, ríos o el mar. Para él, la limpieza era un detalle menor del baño; lo que realmente lo motivaba era la sensación reconfortante que produce en las personas sanas esta práctica.

Este placer lo llevaba a convertir el baño en un hábito, similar al de los patos en el agua. Desde su infancia, aprendía a dejarse llevar por este instinto natural, integrándolo de forma espontánea a su vida.

El baño en la antigüedad

Los antiguos griegos y romanos, con mayor conocimiento, reconocieron el valor medicinal y la eficacia higiénica del baño, convirtiéndolo en una institución pública.

Pronto comprendieron que el baño no solo ayudaba a mantener las condiciones naturales del cuerpo, sino que, administrado correctamente, podía convertirse en un excelente remedio para diversas enfermedades.

Por esta razón, cuando en tiempos modernos se inició la hidroterapia, sus primeros seguidores se inspiraron en las prácticas de la antigüedad y restauraron el baño terapéutico como parte fundamental de su sistema.

Importancia del baño

Después de lo expuesto en el capítulo anterior sobre la piel, resulta innecesario argumentar extensamente por qué el baño es un factor esencial para la salud humana.

Si recordamos el papel fundamental de la piel en la eliminación de los desechos del organismo, reconoceremos la importancia crucial del baño para eliminar las acumulaciones que obstruyen los poros.

El baño presta a la piel un servicio similar al que la irrigación realiza en el intestino grueso. En ambos casos, el agua elimina desechos acumulados, limpia las sustancias excrementicias fétidas y permite que los órganos funcionen con normalidad.

Ambos procedimientos actúan de manera análoga y producen resultados generales similares.

La limpieza cuidadosa de la piel reduce el trabajo excesivo de los riñones y facilita el funcionamiento normal del organismo, especialmente si el colon está libre de obstrucciones.

Beneficios del baño

La práctica regular de ambos tratamientos, la irrigación intestinal y el baño de limpieza interna y externa, podría prevenir muchas enfermedades cutáneas y otros trastornos similares.

Además de cumplir con esta función esencial, el baño fortalece el organismo, eleva el ánimo y proporciona una sensación placentera de bienestar.

A continuación, analizaremos los distintos tipos de baño recomendados por los profesionales de la hidroterapia.

Baño por Ósmosis (exósmosis) para Desintoxicación Profunda

El baño por ósmosis es una técnica natural y poderosa para desintoxicar el organismo, especialmente indicada en casos de enfermedades graves o acumulación excesiva de toxinas. Se basa en el principio de la ósmosis, donde el agua caliente y la sal marina generan un efecto de extracción de toxinas a través de la piel, favoreciendo la eliminación de sustancias nocivas y restaurando el equilibrio del cuerpo.

La ósmosis ocurre cuando hay una diferencia de concentración de solutos (en este caso, sal) entre dos medios separados por una membrana semipermeable, como la piel. Para que el agua del baño genere un efecto osmótico que extraiga toxinas del cuerpo, su salinidad debe ser superior a la del cuerpo humano.

El cuerpo humano tiene una salinidad aproximada del 0.9% (similar a una solución salina isotónica o al suero fisiológico). Para que el baño por ósmosis funcione eficazmente, el agua debe tener una concentración de sal mayor a este valor.

Para que la ósmosis favorezca la eliminación de toxinas y no la absorción de agua, la solución debe ser hipertónica (con mayor concentración de sal que el cuerpo). Se recomienda una salinidad entre 2% y 5%, dependiendo del propósito:

  • Para desintoxicación leve y relajación: 2% de salinidad (~2 kg de sal en 100 litros de agua).
  • Para desintoxicación profunda: 4-5% de salinidad (~4-5 kg de sal en 100 litros de agua).
  • Una bañera estándar tiene entre 80 y 120 litros de agua.
  • Para un baño de ósmosis efectivo, se recomienda agregar entre 2 y 5 kg de sal marina, asegurando una salinidad superior al 2%.

Materiales Necesarios:

  • Unos 80 l. de agua lo más caliente posible (sin llegar a ser incómoda o peligrosa para la piel, probar sumergiendo el codo).
  • 2 kg de sal marina sin aditivos ni aglomerantes.
  • Bañera lo suficientemente grande para sumergir la mayor parte del cuerpo.
  • Toalla de algodón y ropa cómoda para después del baño.

Procedimiento:

1.    Llenado de la Bañera

Llenar la bañera con agua caliente, procurando que la temperatura sea alta pero tolerable. Cuanto mayor sea la temperatura del agua, más efectivo será el proceso de transpiración y eliminación de toxinas.

2.    Disolución de la Sal

Agregar los 2 kg de sal marina al agua y mezclar bien hasta su completa disolución. La alta concentración de sal crea un ambiente osmótico ideal para extraer toxinas a través de la piel.

3.    Sumersión en el Agua

Introducirse en la bañera con el cuerpo completamente sumergido hasta el cuello o hasta donde sea posible. Relajarse y permitir que el proceso de ósmosis comience a trabajar.

4.    Tiempo de Permanencia

      Permanecer en el baño durante 30 minutos. Durante este tiempo, el cuerpo eliminará toxinas a través de la piel debido a la diferencia de concentración entre el agua salina y los líquidos corporales. Es común sentir sudoración intensa, lo cual es un indicio de que el proceso está funcionando correctamente.

5.    Finalización y Reposo

Salir del baño lentamente y secarse con una toalla sin frotar demasiado. Es recomendable envolverse en una manta de algodón y reposar en posición horizontal durante al menos 20-30 minutos para que el cuerpo termine de asimilar el proceso de desintoxicación.

6.    Hidratación
Beber agua pura o una infusión suave (como manzanilla o diente de león) para ayudar al cuerpo a eliminar las toxinas movilizadas durante el baño.

Beneficios:

  • Elimina toxinas acumuladas en el organismo a través de la piel.
  • Estimula la circulación sanguínea y linfática.
  • Relaja el sistema nervioso y reduce el estrés.
  • Favorece la eliminación de metales pesados y sustancias nocivas.
  • Mejora la oxigenación de los tejidos y el equilibrio electrolítico.
  • Puede aliviar síntomas de enfermedades crónicas o inflamatorias.

Recomendaciones Adicionales:

  • Este baño puede realizarse de 1 a 3 veces por semana, dependiendo del estado de salud de la persona.
  • No se recomienda para personas con enfermedades cardiovasculares o problemas de tensión. En este caso optar por el baño de pies, igualmente efectivo y sin riesgos.
  • Evitar comer justo antes del baño y procurar estar en ayunas o con el estómago ligero.
  • Si se experimenta mareo o debilidad extrema, salir del baño inmediatamente y descansar.
  • Las personas con movilidad reducida o en estados de debilidad extrema pueden beneficiarse del mismo principio de ósmosis sin necesidad de sumergirse completamente. En este caso, se recomienda realizar un baño de pies con agua caliente y sal marina, en la misma proporción anterior, asegurándose de que cubra los pies por encima de los tobillos. Sumergir durante 10 minutos, tres veces al día. El agua puede recalentarse y reutilizarse varias veces (hasta que se note su turbidez o haya residuos visibles).

Este método de desintoxicación natural puede ser un complemento valioso en tratamientos de enfermedades crónicas o como parte de un programa de purificación y revitalización del organismo.

Ir a un balneario implica un costo elevado, ya que se paga por el uso de instalaciones, tratamientos adicionales, personal especializado y, en muchos casos, hospedaje y transporte. Aunque ofrece un entorno relajante y servicios complementarios, no siempre es accesible económicamente ni factible en el día a día.

Por otro lado, realizar el baño por ósmosis en casa tiene un costo mínimo, limitado al consumo de agua y su calentamiento, puesto que la sal marina es muy económica. Se puede hacer con regularidad, sin desplazamientos ni gastos adicionales, aprovechando la comodidad del hogar.

La tendencia en los hogares es la de sustituir la bañera por un plato de ducha. Nuestra recomendación es que este cambio solo se realice en casos de necesidad imperiosa, como problemas de movilidad, limitaciones de espacio, etc. Una bañera en el hogar es impagable.

Baño de limpieza

Puede que algunos sonrían escépticamente al leer este epígrafe, pensando que no hay mucho que decir sobre el baño común de limpieza. Sin embargo, pocos conocen cómo aprovechar al máximo los beneficios de este hábito cotidiano.

Horarios recomendados

Las mejores horas para tomar un baño de higienización son:

1.    Por la mañana temprano, al levantarse.

2.    Antes de almorzar.

3.    Por la noche, poco antes de acostarse, pero al menos dos horas después de cenar.

Es importante evitar tomar alimentos inmediatamente antes o después del baño.

Temperatura del agua

El agua debe tener una temperatura adecuada a la estación del año y a la sensibilidad de cada persona. Sin embargo:

  • Nunca se debe usar agua que haya permanecido toda la noche en depósitos, ya que no estará pranizada y su temperatura puede ser demasiado fría en invierno o excesivamente caliente en verano.
  • Se debe usar agua viva, que no haya pasado por lugares contaminados.

Además, no es recomendable tomar un baño si se está fatigado o si el nivel de vitalidad es bajo.

La temperatura del agua no debe provocar escalofríos ni un calor que resulte enervante.

Propósito del baño

A diferencia de los baños fríos o calientes, que tienen fines terapéuticos, el baño de limpieza tiene un propósito exclusivamente higiénico.

Preparación y materiales

  • Se necesitan mitones confeccionados con tela similar a la de las toallas turcas, lo suficientemente amplios para permitir el movimiento libre de los dedos.
  • Estos mitones pueden fabricarse en casa, utilizando una toalla vieja, ya que será difícil encontrar los ideales en tiendas.

Procedimiento

1.    Preparación de los mitones:

o   Sumérgelos en el agua y frótalos con una pastilla de jabón de buena calidad hasta que queden llenos de espuma.

2.    Fricción con mitones:

o   Entra en la bañera y fricciona vigorosamente todo el cuerpo, de pies a cabeza, con los mitones enjabonados.

3.    Fricción con las manos:

o   Quita los mitones y frota nuevamente todo el cuerpo con las manos desnudas.

o   Las manos, además de adaptarse mejor a las curvas del cuerpo, poseen una virtud magnética y vitalizadora que los artificios carecen.

4.    Masaje:

o   Aplica un ligero masaje en las extremidades y el tronco.

5.    Enjuague:

o   Cambia el agua, que ya estará jabonosa y sucia, y enjuaga el cuerpo con agua limpia, igual que se enjuaga la ropa después de lavarla.

6.    Secado:

o   Usa una toalla limpia, recia y de uso personal exclusivo.

o   Sécate suavemente, evitando presionar en exceso para no irritar la piel.

Las células muertas y los desechos de la epidermis ya habrán sido eliminados con la enjabonadura, por lo que basta una fricción ligera con la toalla.

Después del baño

Realiza un poco de gimnasia doméstica u otro ejercicio ligero que ayude a reaccionar y activar el cuerpo, pero sin llegar a la fatiga.

Baño caliente

El baño caliente tiene sus beneficios, pero no se debe abusar de él ni tomarlo únicamente por placer.

La temperatura ideal del agua debe ser de unos 50ºC.

Procedimiento

1.    Preparación:

o   Comienza como en el baño higiénico, usando mitones y enjabonando el cuerpo durante 5 a 10 minutos, o hasta asegurarte de que la epidermis esté completamente limpia.

2.    Ducha final:

o   Antes de secarte, toma una ducha breve y rápida con agua más fría que la del baño caliente.

El agua caliente abre los poros, por lo que, si no se aplica el chorro de agua fresca al finalizar, existe el riesgo de sufrir los efectos negativos de un cambio brusco de temperatura, como un resfriado.

Recomendaciones

Quienes tienen el hábito de realizar un baño diario con agua fresca no necesitarán tomar muchos baños calientes si están en un estado de salud normal.

Efectos del baño caliente

  • Relaja el organismo.
  • Disminuye la frecuencia del pulso y la respiración.
  • Relaja los músculos.
  • Ablanda las partes más endurecidas de la epidermis.

Baño frío

El baño frío es un excelente tónico vigorizador para las personas con gran vitalidad y salud robusta. Sin embargo, puede ser perjudicial para:

  • Niños de corta edad.
  • Personas mayores.
  • Personas con debilidad física.
  • Aquellos que padecen ciertas afecciones.

Beneficios y precauciones

Los efectos revitalizantes del baño frío han despertado tal entusiasmo en muchas personas que, en algunos casos, se ha convertido casi en un fetiche. Sin embargo, esta afición desmedida y sin considerar las condiciones de tiempo, lugar, y el estado físico de cada individuo, puede tener consecuencias desastrosas.

Para aquellos con complexión robusta y plena vitalidad, el baño frío puede ser una fuente de energía y bienestar incomparables. La sensación de vigor y euforia que produce es mucho más saludable y duradera que la obtenida mediante estimulantes comerciales.

No obstante, es imprudente e incluso peligroso administrarlo a:

  • Niños y jóvenes en plena etapa de crecimiento.
  • Muchachas en la pubertad.
  • Personas inválidas o ancianas.
  • Individuos de constitución débil o con temperamento enfermizo.

El secreto del baño frío

El beneficio del baño frío radica en la reacción del organismo frente al agua fría. Si esta reacción no ocurre, el baño puede resultar perjudicial y tener efectos adversos.

Es importante no caer en el error de creer que el agua debe estar extremadamente fría, cerca del punto de congelación. Tal creencia es un despropósito. La temperatura del agua debe ajustarse a las condiciones fisiológicas de quien lo toma.

Algunos, incapaces de soportar el impacto del agua helada, pueden beneficiarse de un baño con agua simplemente fresca.

Temperatura adecuada

Todo baño con agua a una temperatura inferior a los 37°C, que es la normal del cuerpo humano, se considera un baño frío. La temperatura exacta debe ajustarse a la vitalidad del individuo:

  • Cuanta más vitalidad tenga la persona, más fría puede ser el agua, siempre dentro de los límites de las normas de higiene.

Baños Minerales

Las aguas minerales contienen una cantidad significativamente mayor de energía universal o prana en comparación con las aguas comunes. Aunque técnicamente toda agua natural contiene minerales disueltos, se clasifica como agua mineral aquella que contiene una proporción especialmente elevada de ciertas sales que le confieren propiedades particulares.

El Baño de Agua de Mar

El baño en agua de mar, uno de los más antiguos tipos de baño mineral, no suele ser clasificado formalmente como mineral, pese a sus evidentes beneficios para la salud. Su efecto positivo es especialmente notable cuando se combina con la exposición al sol, lo que intensifica su impacto revitalizador en el cuerpo.

La acción terapéutica de las aguas minerales, que la ciencia occidental atribuye a propiedades químicas, es en esencia pránica. Esto depende principalmente de los principios volátiles o gaseosos presentes en el agua (como el ácido carbónico y el sulfuro de hidrógeno). En menor medida, también contribuyen las sustancias sólidas disueltas que caracterizan a cada tipo de agua mineral.

El poder de absorción de la piel, como ya se mencionó, es notable. Este órgano no solo puede asimilar gases presentes en el agua mineral, sino también sustancias disueltas, como sales y otros compuestos.

Recomendaciones

No se debe recurrir a baños minerales de forma caprichosa o sin supervisión. Es fundamental consultar a un hidroterapeuta especializado, quien podrá determinar el tipo de baño más adecuado según las necesidades específicas de cada persona, así como la forma y frecuencia con que debe administrarse.

Cada individuo requiere un tratamiento personalizado basado en su temperamento, estado de salud y circunstancias particulares, por lo que las indicaciones generales no siempre son aplicables a casos concretos.

Fomentos

En hidroterapia, los fomentos consisten en la aplicación de calor húmedo mediante paños empapados en agua caliente. Este tratamiento aprovecha el prana en su modalidad de calor húmedo. El procedimiento es el siguiente:

1.    Materiales Necesarios:

o   Tres paños de bayeta de lana.

2.    Preparación y Aplicación:

o   Colocar el primer paño seco sobre la zona del cuerpo a tratar.

o   Plegar el segundo paño longitudinalmente en cuatro dobleces y empaparlo en agua muy caliente, dejando los extremos secos para poder manipularlo sin quemarse.

o   Doblar el paño en dos dobleces más y aplicarlo sobre el paño seco durante cinco minutos.

o   Preparar el tercer paño de la misma manera y usarlo para reemplazar al segundo después de cinco minutos.

o   Alternar ambos paños hasta completar el tratamiento.

Compresas

Las compresas, contrarias a los fomentos, son siempre frías. El procedimiento es el siguiente:

1.    Materiales Necesarios:

o   Un paño de hilo o algodón.

2.    Preparación y Aplicación:

o   Doblar el paño en cuatro dobleces.

o   Empaparlo en agua fría y escurrirlo bien para que no gotee.

o   Aplicarlo directamente sobre la piel.

o   Cubrir la compresa con una bayeta seca.

o   No se renueva la compresa durante el tratamiento.

Fricción Fría

La fricción fría consiste en la estimulación de la piel mediante un paño mojado en agua fría. El procedimiento es el siguiente:

1.    Materiales Necesarios:

o   Un paño de hilo o algodón en forma de bolsa.

2.    Preparación y Aplicación:

o   Mojar el paño en agua fría y escurrirlo bien.

o   Frotar todo el cuerpo con el paño, comenzando por los brazos y continuando por la espalda, el vientre, el pecho y las piernas.

o   Realizar la fricción durante 10 a 20 minutos.

Duchas

Las duchas consisten en aplicar un chorro de agua, ya sea en forma de lluvia o de corriente continua, sobre el cuerpo. Pueden tener fines higiénicos, refrescantes o terapéuticos, dependiendo de la temperatura y la fuerza del agua.

Las duchas son un método terapéutico que puede ser caliente o frío, pero nunca tibio, ya que el agua tibia no es eficaz. Pueden clasificarse como generales o locales, dependiendo de si se aplican a todo el cuerpo o a una parte específica. La característica principal de una ducha es que el agua caiga desde una altura adecuada y con la presión necesaria para maximizar su efecto.

Tipos de Duchas por Forma

1.    Ducha Móvil: Puede tener distintas formas, como:

o   Lanza: Un chorro dirigido en línea recta.

o   Regadera: Similar a un cabezal de ducha tradicional, con múltiples agujeros.

o   Abanico: Proyecta el agua en un ángulo amplio en forma de abanico.

2.    Ducha de Lluvia: Se administra mediante un aparato con una salida en forma de regadera, con agujeros de aproximadamente un milímetro de diámetro, para distribuir el agua en forma de lluvia uniforme.

3.    Ducha de Columna: Utiliza un tubo cilíndrico de 25 milímetros de diámetro para aplicar un chorro concentrado de agua.

4.    Ducha de Círculo: Emplea un aparato cilíndrico compuesto por diez aros huecos, dispuestos horizontalmente y separados por 15 centímetros. Cada aro tiene numerosos agujeros y una espita independiente para regular el agua.

5.    Ducha de Paseo: Consiste en un cilindro hueco de cinco metros de longitud, suspendido horizontalmente del techo. Tiene múltiples agujeros que forman una especie de lluvia bajo la cual el bañista puede pasearse.

Reacción Posterior al Tratamiento

  • Fricción Seca: Después de cualquier ducha, es fundamental realizar una fricción seca para estimular la reacción del organismo. Este paso es esencial en cualquier tratamiento hidroterápico, ya que la reacción asegura que el cuerpo absorba los beneficios del agua, recuperando el calor y la circulación normal.

Flotación de los Órganos Internos

La mayoría de las personas desconoce los efectos que el baño produce en los órganos internos.

Cuando permanecemos en posición bípeda (de pie), los órganos internos gravitan verticalmente hacia abajo, respecto a su estructura de soporte natural. En cambio, cuando estamos en posición decúbito —acostados de lado, boca arriba o boca abajo—, la gravedad afecta a los órganos en direcciones distintas.

Sin embargo, al sumergirnos en el agua, ocurre algo completamente diferente. La fluctuación del agua, al ejercer presión uniforme en todas las direcciones, genera una sensación única. Este fenómeno:

  • Alivia las presiones innecesarias entre los órganos.
  • Facilita una especie de descanso o relajación interna.
  • Tiende a reajustar pequeños desplazamientos de órganos como los pulmones, el hígado, el bazo y los intestinos.

Para experimentar estos beneficios:

1.    Llena la bañera con agua a una temperatura agradable, cercana a la del cuerpo.

2.    Sumérgete y deja que tu cuerpo flote, similar a la postura de "hacer la plancha" en el agua.

3.    Permanece en esta posición durante aproximadamente quince minutos.

Este no es un baño frío ni caliente, sino un baño de relajación diseñado para proporcionar placer y liberar tensiones internas.

Pediluvios

La importancia de los pediluvios o baños de pies no puede subestimarse. Existe una relación particular entre la planta de los pies y el sistema nervioso, lo que queda demostrado por la sensación de alivio y bienestar que se experimenta al lavar los pies después de un día de intenso trabajo o una caminata prolongada.

Además, los glóbulos excretores de la piel en la planta de los pies son de mayor calibre y tienen una actividad más intensa que en otras partes del cuerpo. Esto explica por qué los pies sudan con mayor copiosidad y, muchas veces, emanan olores desagradables.

Por esta razón, es fundamental mantener siempre los pies limpios. Dedicar tiempo y esfuerzo a su cuidado nunca será un ejercicio inútil.

 

Conclusión


          A lo largo de esta comunicación hemos presentado diversos procedimientos hidroterápicos originarios de la India y países vecinos, probados con éxito durante siglos. Estos métodos, tan naturales y comunes en aquellas culturas, son considerados esenciales para mantener la salud y prevenir enfermedades.

Mientras en Oriente estos hábitos se transmiten de generación en generación como algo instintivo y natural, en Occidente, donde la civilización ha alejado al ser humano de su conexión con la Naturaleza, es necesario promover su práctica.

La adopción de estos métodos no solo devolverá al cuerpo su equilibrio natural, sino que también aportará los beneficios de una vida más armoniosa, donde aire, agua y sol, los regalos más preciosos de la Naturaleza, sean aprovechados plenamente.

Aire, agua y sol, utilizados con sabiduría, son los aliados más poderosos contra la enfermedad.

Paz a todos.

 

 

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