Drogas y Conciencia
De la oscuridad a la luz: el camino del alma más allá de la adicción
José Manuel Fernández Outeiral
Vivimos
una era paradójica: nunca antes la humanidad tuvo tanto acceso a la información
y, sin embargo, el vacío interior parece haberse profundizado. El auge
de nuevas drogas sintéticas, cada vez más potentes y devastadoras, no es un
fenómeno aislado: es el reflejo de una civilización que ha perdido el rumbo.
Desde
las fiestas electrónicas donde se consumen alucinógenos de diseño, hasta la
medicalización forzada del malestar cotidiano con ansiolíticos, pastillas para
dormir o pastillas para rendir más, el mensaje es claro: no sabemos estar
con nosotros mismos. Hemos hecho de la evasión una costumbre. Peor aún,
hemos normalizado el deseo de dejar de ser quienes somos.
Este
artículo propone una mirada profunda y multidisciplinaria sobre las razones
detrás del consumo de drogas, uniendo la perspectiva emocional, la científica y
la espiritual. Porque el problema no es solo químico o social: es, en esencia,
un problema de conciencia.
1.
El grito emocional: ¿Por qué alguien quiere dejar de ser sí mismo?
Más
allá de los diagnósticos y las etiquetas, el uso de drogas suele responder a
una huida del dolor. Dolor emocional no resuelto, vacío existencial,
ansiedad crónica, baja autoestima, abuso, abandono, desconexión. Muchos no
quieren morir, pero sí desean dejar de ser quienes son, porque su
identidad se ha vuelto insoportable.
Para
algunos, la droga es un analgésico emocional; para otros, una forma de sentirse
vivos; para otros, una rebelión muda contra un sistema sin alma. En todos los
casos, hay un intento —fallido— de restaurar un equilibrio que ha sido roto.
“No
quieren dejar de ser ellos mismos. Quieren dejar de ser lo que el mundo les
obligó a ser.”
Y,
sin embargo, tarde o temprano, llega el momento en que esa huida se transforma
en prisión. Entonces, el alma —aunque silenciosa— comienza a susurrar que de
verdad existe otro camino.
2.
 Lo que dice la ciencia: neuroquímica,
trauma y adicción
Desde
la neurociencia, el consumo de drogas se explica como una alteración del sistema
de recompensa del cerebro, que involucra dopamina, serotonina y otros neurotransmisores
clave. Las drogas sobreestimulan estos circuitos, generando una sensación de
placer artificial que el cerebro aprende a perseguir.
Con
el tiempo, se produce tolerancia, dependencia y deterioro neuronal. El
placer disminuye, pero el impulso persiste. El cerebro deja de producir placer
por sí solo.
La
psicología, por su parte, identifica múltiples causas comunes entre los
consumidores habituales:
- Traumas
     emocionales no resueltos (especialmente en la infancia).
- Depresión,
     ansiedad o trastornos del apego.
- Falta
     de sentido vital o vacío existencial.
- Ambientes
     sociales tóxicos o falta de contención afectiva.
La
ciencia también señala una esperanza: la neuroplasticidad. Es posible
reconfigurar el cerebro, restablecer el equilibrio y sustituir la adicción por
vínculos, hábitos y actividades que activen el sistema dopaminérgico de forma
saludable: arte, ejercicio, meditación, amor, naturaleza, propósito.
3.
Lo que enseña la sabiduría oriental: la confusión de los instrumentos
Las
filosofías orientales, especialmente el Yoga y el Vedānta, ofrecen una visión
distinta y radical: no es el alma la que cae o se pierde, sino la mente la
que se identifica con lo falso.
El
alma (Atman) es pura, eterna, silenciosa. No desea drogas. No busca evasión. Es
como un cristal transparente. Pero si ese cristal se coloca frente a un paisaje
caótico, reflejará confusión.
“Tú
no eres este cuerpo ni esta mente. Eres el testigo eterno, libre y dichoso.” — Upanishads
Las
drogas, desde esta perspectiva, no son pecado ni crimen: son una forma torpe de
buscar algo sagrado —la expansión de la conciencia, la trascendencia del yo. El
error está en buscar fuera lo que solo puede ser reconocido dentro.
El
verdadero yoga no utiliza sustancias: utiliza la atención, la ética, el
desapego, la respiración consciente y el silencio. Porque no se trata de
escapar del mundo, sino de verlo con claridad, desde el Ser.
La
drogadicción no es una caída del alma, sino una distorsión en los instrumentos
de percepción que el alma utiliza. El alma no se pierde, no se enferma, no
olvida: es la mente —agitada, herida, condicionada— la que proyecta la
sombra.
El
impulso de consumir drogas no es más que una forma equivocada de buscar el retorno
al centro, de calmar el ruido interior, de recordar —aunque confusamente— que
existe una paz más allá del pensamiento.
La
salida no está en reprimir, sino en transformar. En limpiar el espejo. En
restaurar el contacto con el Ser. Porque lo que buscamos —la dicha, la
expansión, el amor— ya está en nosotros. Solo hay que dejar de buscarlo
donde nunca estuvo.
“El
Ser no nace, no muere, no cambia.
No
lo alcanza el dolor ni el deseo.
El
sabio que conoce esto, no busca nada más.” — Katha Upanishad
Cómo
salir del consumo recreativo antes de que sea tarde
El
artículo que acabas de leer no es solo una reflexión teórica. Está escrito
también para ti, que usas drogas de forma ocasional, social, recreativa,
y tal vez piensas que tienes el control. Tal vez lo tienes. Pero debes saber
que la pendiente es más sutil de lo que parece.
La
mayoría de quienes hoy están atrapados en una adicción comenzaron con un “solo
por esta vez”, “en el finde”, “porque todos lo hacen”. Lo que parecía un juego
se convirtió en una necesidad. Lo que era social se volvió personal.
Algunas claves para protegerte:
- Haz
     silencio contigo mismo:
- Cultiva
     estados naturales de expansión:
La meditación, la danza libre, el
ayuno, la contemplación de la naturaleza, el arte profundo, el canto… Todo esto
puede alterar la conciencia sin destruirla, llevándote a un estado de
conexión sin adicción.
- Elige
     tu entorno con conciencia:
El “consumo social” no es
inocente. Pregúntate: ¿quiénes te rodean? ¿Qué tipo de experiencias estás
reforzando? Rodéate de personas que eleven tu energía, no que la anestesien.
- Reinterpreta
     el deseo:
- Infórmate
     sin miedo, pero con profundidad:
Conocer cómo actúan las drogas,
cómo distorsionan la dopamina, cómo alteran la percepción de uno mismo… puede
ayudarte a no caer en la trampa de lo “inofensivo”.
 Recursos de José Manuel
Fernández Outeiral para profundizar:
✦ El Arte de Sentir (Libro)
Una
guía fundamental para reconocer y gestionar las emociones que suelen
llevar al consumo: ansiedad, tristeza, euforia mal canalizada. Aporta recursos
prácticos y profundidad emocional sin caer en la psicología simplista.
✦ El Camino hacia la Paz Interior (Libro)
Ideal
para aquellos que desean aprender a estar consigo mismos sin estímulos
externos. Ayuda a cultivar el silencio, la atención plena y el desapego
consciente.
Puede
convertirse en un sustituto real y eficaz de cualquier búsqueda de
“desconexión”.
✦ Lo que la Ciencia Olvidó: El Camino de Regreso
(Libro)
Un
texto revelador para quienes sienten que la vida moderna está desconectada de
lo esencial. Ofrece una relectura del conocimiento espiritual y científico,
y devuelve al lector una visión elevada del propósito humano.
✦ El poder del pensamiento: su dominio y su
ciencia (Artículo de este mismo blog)
Revela
cómo los pensamientos moldean la realidad interna y externa. Ideal para ayudar
a quienes buscan salir del automatismo y recuperar el control de su mente y
deseos.
Paz a todos.


 
 
 
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